Hay de todo, menos paz a sus restos. Los huesos están esparcidos por todas partes. Las urnas están profanadas y arrumadas a medio camino. Los diferentes panteones están ultrajados, rotos, desmembrados. El monte y la basura ponen su toque decorativo a la escena. Así reposan nuestros muertos en el cementerio El Cuadrado, en Maracaibo.
Con una extensión de 2 hectáreas, este camposanto se ha convertido en el epicentro de bandas delictivas que, en medio de la noche, se dedican a buscar dientes de oro entre los difuntos. Abren boquetes en las bóvedas y profanan los restos en busca del botín. No han respetado ni el alma ni la trayectoria en vida de muchos de los personajes que allí reposan.
El cementerio El Cuadrado, ubicado en la avenida Delicias, data del año 1879. Es de administración privada, pero siempre ha necesitado la ayuda de la gobernación del Zulia y de la alcaldía de Maracaibo para su limpieza y seguridad. El porcentaje de los propietarios que pagan las cuotas mensuales es muy bajo. Además, el recinto fue declarado patrimonio histórico de la ciudad en 2003 gracias a todos los personajes que allí reposan o reposaron alguna vez, antes de ser llevados al Panteóm regional.
Se cuentan los restos mortales de hombres de la talla de Humberto Fernández Morán, creador del bisturí de diamantes; del poeta Udón Pérez, autor de la letra del Himno del Zulia; y de Jesús Enrique Lossada, considerado como el padre de la reapertura de la Universidad del Zulia y creador del lema de la institución: “Post Nubila Phoebus”, o lo que es lo mismo, “detrás de las nubes, el sol”.
También fueron enterrados en este espacio Manuel Dagnino, médico fundador del Hospital Chiquinquirá y quien practicó, por primera vez en el Zulia, una histerectomía subtotal; Francisco Ochoa, primer rector de LUZ, y Antonio José Urquinaona, jurista y filántropo cuyo nombre lleva el primer hospital de la ciudad y que hoy se conoce como el Hospital Central.
En síntesis, el cementerio El Cuadrado de Maracaibo alberga una invaluable historia regional, nacional e internacional que, en vez de ser preservada por las autoridades como memoria histórica de nuestro pasado, presente y futuro, han permitido, por omisión, que sea vilipendiada una y otra vez por delincuentes.
Definitivamente, en Venezuela, y más específicamente en Maracaibo, es misión imposible conseguir algún resquicio de tranquilidad, algún espacio para descansar en paz. No hay respeto ni por nuestros muertos ni por nuestra identidad.
Gladys Socorro
Periodista
Twitter: @gladyssocorro
Blog: gsocorro.wordpress.com