La palabra tiene poder, de eso no hay dudas, ciertamente está muy de moda hablar de la “Programación neurolingüística”, y algo de cierto hay en ello, más aún, en tiempos bíblicos ya Jesús nos decía “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre”. (Mateo 15: 11), entonces, en esta nueva fase de lucha debemos comenzar a trabajar, ante todo, en el uso de nuestro lenguaje, pues éste, en buena medida, definirá el recuerdo que las próximas generaciones tengan de este oscuro capitulo histórico.
En efecto, debemos crear nuestra propia narrativa ciudadana, una versión de la historia que sea fácil de entender para quienes, incluso hoy en día, aún dudan y se mantienen tibios. La verdad sea dicha, una de las principales debilidades de la oposición venezolana, más allá de los diferentes liderazgos, es la falta de unidad discursiva; de hecho, esta carencia se hace muchísimo más evidente ante el discurso monolítico de los rojos, que en muy raras ocasiones se contradicen entre sí.
La importancia de la narrativa es tal que, de un solo hecho, pueden surgir dos historias totalmente diferentes; tomemos como ejemplo LA ESCASEZ: para la oposición se debe al desmembramiento del sistema productor a través de las expropiaciones, la implementación de políticas restrictivas en la adquisición de divisas, la inflación, los saqueos programados, el aumento de los salarios y pare usted de contar… todas razones muy ciertas, pero complejas de explicar y difíciles de entender… en cambio, para la Dictadura hay un solo culpable: LA GUERRA ECONÓMICA… algo fácil de memorizar, que no requiere muchas explicaciones y que llama a la unidad entre chavistas.
Ciertamente, los voceros de la dictadura no se contradicen entre sí, manejan un solo discurso y por tanto, le dan coherencia a la narrativa que nos presentan. De este modo, van creándose paradigmas que a la larga se convierten en realidades conceptuales, más no necesariamente materiales. Así pues, la dictadura ha creado una serie de relatos que el grueso de la población ya aceptó sin siquiera cuestionarlos, tales como: La Revolución, El Socialismo del Siglo XXI, Bolívar y los Soldados de La Patria, etc. Dichos relatos vienen de la mano con varias palabras claves, entre las cuales tenemos: el imperio, oligarcas, escuálidos, la derecha, la cuarta, los fascistas, la guerra económica, etc. En la discursiva de la dictadura todo suena a guerra, cuartel y, desde luego, a división; mientras que, en realidad, Venezuela es un país profundamente pacífico, trabajador y solidario. Ya lo vemos, nos han deformado la historia.
¿Qué podemos hacer desde ya? Dejar de llamarle “gobierno” a la dictadura, llamémosle por su nombre: DIC-TA-DU-RA; y censuremos enérgicamente a personajillos guabinosos que digan lo contrario, por ejemplo: Henrique Capriles Radonsky, asiduo de términos tales como “Señor presidente” y “gobierno”. ¿Por qué no llamarle “Señor presidente? Por pura y simple coherencia; fue impuesto mediante métodos fraudulentos y abiertamente ilegales. ¿Por qué no llamarle gobierno? La respuesta: No es legítimo ni nos representa como los venezolanos. Leamos con atención, debemos sustituir ESCUALIDOS por DEMÓCRATAS, PATRIA por NACIÓN, PUEBLO por CIUDADANOS, y así, hasta que no quede en nuestro propio lenguaje huella alguna del léxico militarista y comunistoide que nos han implantado.
Concienticemos además que nos han enseñado a ser los eternos derrotados, los que “juegan como nunca, pero pierden como siempre”, los que buscan alcanzar “espacios”, y a duras penas obtienen “victorias pírricas”; entendamos que toda nuestra lucha no puede ser exclusivamente para oponernos al sistema dictatorial, ni para ocupar alcaldías, gobernaciones, concejalías o diputaciones que, en la praxis, son totalmente nulas y en nada pueden incidir positivamente en la vida de los ciudadanos.
Nuestras luchas, a partir de ahora, deben apuntar a una sola dirección: ALCANZAR EL PODER. Pero no alcanzar el poder como un fin en sí mismo, sino como herramienta para generar los cambios que tanto necesita nuestra sociedad. Dejemos de hablar de ganar elecciones y ocupar espacios, hablemos pura y llanamente de alcanzar el poder, de gobernar, de gobernar de verdad.
Seamos cortos, precisos y concisos, no adornemos los discursos con paja barata (que de esa los ciudadanos ya tienen bastante), cambiemos nuestra narrativa, culpemos de todas nuestras desgracias a la dictadura ¡y repitámoslo diez mil veces! persigamos el poder y escribamos la verdadera historia de Venezuela, la que leerán nuestros hijos y nietos en los libros del futuro; recordemos: La historia la escriben los vencedores.
¡Fuerza y Fe!
¡Dios bendiga a Venezuela!
Víctor Jiménez Ures
@VJimenezUres