Entre tantas madres que luchan por la libertad de sus hijos, Carmen González de Garbi, madre del joven preso político Antonio José Garbi González, simboliza la firmeza ante tribulaciones salidas no sólo del infame encarcelamiento de su hijo sino también del secuestro de su esposo, triste realidad que sobrelleva, junto a sus familiares, desde hace más de 11 años, sin saber si vive o está muerto.
“Mi hijo solo quiere una mejor Venezuela, con oportunidades para todos, solo eso”, un anhelo igual de común para los presos políticos como la realidad expresada por la señora Carmen en relación a la causa iniciada contra Antonio José desde su aprehensión el 3 de junio de 2015: postergación del juicio, falta de pruebas y las afrentas por tenerlo preso.
“Aún no se ha iniciado el juicio de mi hijo, mañana se hará la audiencia, tres años después de ser detenido.” La apertura del juicio no se ha hecho. Sin que le falte razón y profundamente afectada, Carmen González corre el velo de “un proceso injusto y traumático”. Cuando se encadenó en la iglesia Don Bosco de Valencia, pidió parar las dilaciones, pero siguieron, cual desenfreno de truhanes.
La Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia, siempre presta a profundizar los linchamientos judiciales, sacó la causa de la entidad carabobeña, violentado con artificios el derecho al juez natural, y la radicó en el Circuito Judicial Penal del Estado Aragua, la sola mención de esta jurisdicción alude al quebranto de los derechos fundamentales del procesado, como en efecto está ocurriendo.
“A mi hijo se lo llevaron de su casa, hasta el momento no tienen ninguna prueba de que mi hijo asesinó al capitán de la GNB”. A Garbi González se le acusa de asesinar un oficial de la Guardia Nacional Bolivariana durante las protestas antigubernamentales de marzo del 2014 en Valencia, los abogados defensores han demostrado las incoherencias e inconsistencias del “expediente armado” para incriminarlo.
Además de presentar errores insalvables, la acusación carece de pruebas irrefutables, omitieron el hecho cierto de testimonios, experticias, ¡confesiones!, que aclaran quiénes fueron los autores materiales del asesinato endilgado a Antonio José.
“Mi hijo estaba protestando eso no se niega, pero de estar manifestando al hecho grave de quitarle la vida a otro ser humano, no señor, mi hijo no”, esta afirmación de la señora Carmen contiene el principal escollo de un proceso sin pronóstico de condena, a cargo de juzgadores obligados a extenderlo indefinidamente.
“Es una odisea, una tragedia, un dolor inmenso, ver a un hijo con un gran futuro por delante, preso en Tocuyito”, penal donde la señora Carmen sólo puede visitarlo una vez al mes, tras superar humillaciones y para vivir angustias por verlo enfermo, una cruz que se extiende a su hogar, como cuando lo secuestraron en febrero de este año o también al recibir sus llamadas para pedirle la bendición, sin que nunca le falten palabras de aliento y fortaleza para él.
Así como hubo de asumir el rol de padre y madre para criar a sus hijos con valores y principios, envuelta en postulados de justicia y certeza jurídica es la Defensora por excelencia de su hijo, acudiendo a instancias nacionales e internacionales aferrada a la inocencia de Antonio José en pos de su libertad, traduciendo su amor maternal en acciones alentadoras para cambiar un entorno del todo adverso.
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