Luego de que Estados Unidos alertara sobre el aumento del 11% de los cultivos de coca en Colombia en 2017, alcanzando una cifra récord de 209.000 hectáreas, los controles nacionales se incrementaron. Y las nuevas estrategias y modernas tecnologías para detectar cargamentos ilegales de droga han obligado a las bandas criminales organizadas a innovar en sus modalidades de tráfico para no ser detectadas.
Por Adriana Chica / Infobae
Servicios de autos institucionales, recorridos de viajes turísticos y de competiciones ciclísticas, camuflaje con químicos, uso de alimentos y drones son algunas de las nuevas y peculiares formas que ha identificado la Policía Antinarcóticos para el transporte de estupefacientes dentro del territorio nacional y fuera de él.
Servicios de autos institucionales
Para evitar los retenes de control en las carreteras intermunicipales, los grupos ilegales han optado por usar vehículos con logos instituciones que son menos propensos a ser abordados por la Policía de Tránsito. Para ello, usan ambulancias, vehículos de operarios de televisión y de fundaciones u ONGs.
Esta modalidad es utilizada, según la Policía, por estructuras criminales como el Clan del Golfo, Los Pelusos y la guerrilla del ELN. Hace unos meses en La Guajira se decomisaron cerca de 500 dólares producto de la venta de cocaína en una ambulancia, que dejó al descubierto una red de transportistas que ofrecen este servicio a las organizaciones armadas.
Gracias a ese operativo, a finales de agosto la Policía, la Fiscalía y la DEA lograron la captura de 13 integrantes de esta banda en Medellín, Valledupar, Uribia y Santa Rosa del Sur. Y encontraron carros hasta con logos de empresas de salud y misiones médicas a las que habían adecuado caletas donde cabían entre 250 y 500 kilos de droga que era transportada semanalmente.
La red narcotraficante obtenía ganancias por 19 millones de dólares cada siete días. Dinero que era lavado a través de inversiones en casinos, minería y almacenes de compra venta y giros.
Narcotours
El trágico accidente ocurrido el pasado 13 de agosto en la peligrosa vía Pifo-Papallacta de Ecuador -cuyas bajas temperaturas hacen que los vehículos patinen-, con 24 muertos y 22 heridos, dejó al descubierto una nueva modalidad de ‘narcotours’ para sacar droga al exterior. Ello, después de que la seguridad en los aeropuertos desestimara el uso de las tradicionales ‘mulas’.
Al revisar el siniestro, las autoridades ecuatorianas encontraron en caletas en el piso del bus de turismo entre 300 y 600 kilos de marihuana tipo creepy y 80 de cocaína. Investigaciones posteriores de ambos países desmantelaron a la banda “Los mercaderes de la frontera” que estaría detrás del hecho.
El modus operandi es el siguiente: contrataron una agencia de turismo para que invitara a un grupo de personas a unas vacaciones a muy bajo costo en Ecuador. Una vecina de los populares barrios El Guabal, San Judas y Colón, del suroriente de Cali, usó como excusa que el propietario de la empresa regala un viaje todo pago con un bus lleno por metas cumplidas.
Los viajeros van con el entusiasmo del viaje gratis. En el trayecto fingen vararse, momento que aprovechan para ingresar la droga, y luego siguen su recorrido hasta cruzar la frontera. Hacen el tour y se regresan a Colombia con el dinero. Así lo hicieron en varias ocasiones desde el 2017, pero ese lunes de agosto un imprevisto técnico que aun no ha sido aclarado ocasionó el accidente.
Pero los buses turísticos no son la única fachada para estos ‘narcorecorridos’. Pocos meses después del accidente, las autoridades de Colombia, Perú y Chile descubrieron a tres supuestos ciclistas colombianos con 18 kilos de marihuana tipo creepy, avaluada en 147.000 dólares, que realizaban el mismo trayecto que el bus.
La banda fue bautizada como ‘Los Escarabajos’. Eran ‘mulas’ que recibían un pago de unos 1.655 dólares por persona por llegar droga camuflada en sus bicicletas, en un viaje de 20 días que comenzaba en la ciudad colombiana de Cali con destino a Chile. Dos semanas antes, en Ecuador, ya había sido detenido un ciclista con un cargamento de heroína.
Camuflaje con químicos
Cambiar la apariencia de la cocaína a través de procesos químicos que son revertidos con técnicas en el lugar de destino es quizás la mayor innovación de los narcotraficantes en Colombia. Aunque no es una práctica nueva, según la publicación InSight Crime Pablo Escobar ya usaba algo parecido con el Cartel de Medellín.
En aquella época el ‘oro blanco’ era impregnado y disuelto en telas de ropas que se enviaban al exterior, bien sea por encomiendas o en la maleta de algún pasajero. Y así se sigue haciendo aún hoy. En época del Mundial de Rusia 2018, autoridades en el aeropuerto El Dorado, de Bogotá incautaron ruanas y ponchos típicos y camisetas falsas de la Selección Colombia con cinco kilos de cocaína.
La Dirección Antinarcóticos de la Policía explicó en su momento que, a través de un procedimiento químico, las prendas de vestir son “sumergidas” en cocaína líquida. Otros productos usados para mezclar el clorhidrato son aceites, cremas, metales, plásticos y hasta comida para mascotas. Para ello usaban una fórmula que volvía líquido el estupefaciente.
Esa estrategia fue el éxito del reconocido luchador de Artes Marciales Mixtas en Canadá, Steven Douglas Skinner, que se consagró como el líder de la red de tráfico de cocaína líquida de Colombia hacia Norteamérica y Europa. En alianza con el narcotraficante Daniel ‘El loco’ Barrera.
Cargamento de alimentos y obras de arte
Para sacar la droga desde las zonas portuarias del país, los narcotraficantes han optado por los contenedores de alimentos como piñas o bananos de empresas constituidas legalmente para pasar desapercibidos en las exportaciones a toda Latinoamérica.
“La informalidad, los pocos controles y la corrupción en muchos de estos puertos (marítimos, aéreos y terrestres) son algunos de los principales atractivos para ser utilizados como plataformas por los grupos de narcotráfico que buscan vender su producto en los lucrativos mercados internacionales”, señala InSight Crime.
La organización afirma que los puertos más vulnerables son los marítimos, por el poco control de las autoridades en la inspección de los cargamentos. Sin embargo, dentro de este método los aeropuertos también son utilizados en el envío de encomiendas y en productos de los pasajeros.
A principios de este mes, la Policía Antinarcóticos del aeropuerto El Dorado, de Bogotá, encontró en una encomienda procedente de Pereira y con destino a Nueva York, 10 kilos de 2CB o cocaína rosada camuflada en el marco y en la pintura de un cuadro de 90 centímetros de la Virgen María; cargamento que tendría un valor comercial de 35 mil dólares.
En septiembre, pero en el aeropuerto José María Córdova de Rionegro, Antioquia, detuvieron a Szilvia Erika Csoko, una húngara de 32 años, que en su maleta llevaba caras y barras de chocolate en las que el dulce había sido reemplazado por 1.800 gramos de cocaína, que pretendía llevar Austria.
Drones
Desde 2014, la DEA ha registrado en Estados Unidos el cruce de cientos de drones mexicanos cargados de cocaína, y alertaron de la construcción de nuevas aeronaves no tripuladas que permitieran un cargamento más grande; según Insight Crime. La poca legislación de estos aparatos en la región ha permitido aumentar esta modalidad de tráfico que resulta más rentable y menos riesgoso.
Pero solo hasta noviembre de 2016 se reportó el primer caso en Colombia, sobre un dron que movía un grupo criminal hacia Panamá desde la selva del Chocó, recuerda la organización internacional. “Fueron 130 kilos de cocaína decomisada que ya había sido enterrada en la playa. El dron tenía capacidad para transportar 10 kilos en cada viaje y recorrer una distancia de 100 kilómetros”, explicó en su momento el general José Acevedo, comandante de la Policía Nacional.