Lello Di Segni, último superviviente de la redada del 16 de octubre de 1943 en el gueto de Roma tras la que fueron deportados 1.024 judíos a los campos de exterminio nazi, falleció anoche a los 92 años y con él desaparece “la memoria histórica” de aquella tragedia, reseña EFE.
“Su perdida, además de ser un dolor para nuestra comunidad, es una señal de atención y de advertencia hacia las generaciones futuras. Con el desaparece la memoria histórica de quien sufrió la redada del 16 de octubre y de quien regresó para contarlo”, se lee en una nota de la comunidad judía de la capital italiana.
Hace unos días, Roma recordaba los 75 años de la fecha en la que las tropas nazis entraron en el gueto de la capital y se llevaban a 1.024 judíos romanos, de los que solo regresaron 16 tras pasar dos años en los campos de exterminio.
En el gueto romano, ahora convertido en un barrio turístico plagado de restaurantes -algunos kosher- y cafeterías, se puede observar en los adoquines de sus calles algunos de color dorado con el nombre de quien fue deportado esa madrugada.
En los días previos al 16 de octubre, el jefe de la policía alemana presente en Roma, Herbert Kappler, recibió un esclarecedor telegrama de las oficinas del propio Heinrich Himmler, el todopoderoso jefe de las tropas SS, en Berlín.
“A tenor del interés de la actual situación política y, en concreto, de la situación de Italia, los judíos del país deben ser inmediatamente eliminados. Posponer la operación supondría permitir a los judíos, que están al corriente de nuestras operaciones, esconderse en la casa de los italianos”, especificaba la misiva.
Las órdenes de Berlín estipulaban que de los 14.000 judíos que vivían por entonces en la ciudad -no solo en el gueto-, 8.000 debían ser “inmediatamente” deportados, una cifra alejada del millar que lograron apresar.
Lello Di Segni, nacido el 4 de noviembre ed 1926, fue uno de los deportados al campo de Auschwitz-Birkenau con toda su familia.
“Estábamos los seis en casa. Yo, mi padre, mi madre, y mis tres hermanos: Angelo, Mario y Graziella. Se presentaron al amanecer con una lista de nombres y buscaron por todas las habitaciones. Estaban convencidos que escondíamos a alguien. Pero estábamos solo nosotros, el resto de los familiares habían escapado hace días”, contaba Lello al diario “Fatto Quotidiano.
A su regreso a casa le comunicaron que solo su padre había sobrevivido aunque murió poco después.