Esterilización, la decisión más triste de las venezolanas ante la crisis

Esterilización, la decisión más triste de las venezolanas ante la crisis

Maternidad Concepción Palacios en Caracas (Foto archivo AVN)

 

 

Ante la imposibilidad de acceder a métodos anticonceptivos y los costos enormes de alimentar y vestir a un bebé, cada vez son más las que optan por una triste alternativa, publica Infobae





Por Aymara Lorenzo

En video

No pocas son las paradojas de la crisis. Lo lógico en un país en condiciones normales es que las mujeres hagan lo imposible por quedar embarazadas y por llevar a feliz término ese embarazo con el nacimiento de su hijo. Pero en Venezuela ocurre lo contrario. Esa misma crisis que tiene a millones de venezolanos pasando hambre, dificultades por falta de medicinas que los lleva a la muerte, es también motivo para que, ante la escasez de anticonceptivos, esterilizarse y no tener más hijos sea una opción para las venezolanas.

El clima frío del espacio donde se encuentra Yisbel Rodríguez quizás es el más apropiado para tomar, con cabeza fría, sin apasionamiento, una decisión que será irreversible en su vida. Tiene 22 años y está en el consultorio del ambulatorio de un centro asistencial del este de Caracas para esterilizarse y no tener más hijos.

Tiene una hija de seis años que parió cuando tenía 15 años de edad, por no tener conocimiento alguno de métodos anticonceptivos. Durante los últimos tres años tuvo en su brazo un implante contraceptivo subcutáneo. La imposibilidad de conseguir pastillas anticonceptivas, otra consecuencia de la crisis venezolana, la ha empujado a esta decisión.

“La tomé hoy con el doctor (la decisión de esterilizarse). De verdad, voy a pensarlo porque no es fácil ligarse tan temprano. Pensando en un futuro, si Venezuela se arregla, ¿entiendes?…

Uno de los asuntos que deberá enfrentar Yisbel ante esta irreversible decisión será la imposibilidad de volver a ser madre en el futuro.

“Nos está obligando(la crisis), prácticamente, en la opción de la ligadura. Pero vamos a tener que tomarla en algún momento porque si no conseguimos nada, ya no hay dónde buscarlo, las pastillas no se consiguen y no se consigue nada. No tenemos opción con qué cuidarnos”.

Yisbel trabaja en el call center de un banco y acaba de inscribirse en la universidad para estudiar mercadeo y publicidad. No vive con el padre de su hija, y recibe ayuda de su abuela y, a diferencia de muchas otras madres venezolanas, aún no ha tenido que enfrentarse a la angustia diaria de tener que pensar qué va a comer hoy.

Pero esa realidad la vive de cerca con su mamá. Tiene 39 años y por la falta métodos anticonceptivos quedó embarazada y hoy tiene un hijo de nueve meses.

“Mi mamá tenía la T de cobre y ya había tenido una pérdida pero salió (embarazada). ¡Qué vamos hacer! Ya es muy forzoso. Para traer a un bebé para pasar trabajo o pasar trabajo ambos, prefiero no tener pareja, estar sola”.

El costo de un pote de fórmula láctea, que sustituye a la leche materna cuando la madre está imposibilitada de amamantar, alcanza el equivalente a 7,91 dólares. Un paquete de pañales cuesta el equivalente a 2,39 dólares.

Parir y mantener un hijo en medio de la economía hiperinflacionaria venezolana puede resultar un asunto titánico. El salario mínimo es el equivalente a $18,75 dólares. Un parto en una clínica privada tiene un costo desde $360 dólares. En los centros públicos de salud, donde se supone que no tienen costo, las pacientes deben llevar casi todos los insumos porque los hospitales carecen de ellos.

Anticonceptivos inalcanzables

Los métodos anticonceptivos convencionales como las pastillas o los preservativos están desaparecidos del mercado venezolano. Cuando se consiguen, hay que pagar por una caja de pastillas para tres meses de consumo hasta 10 dólares, equivalente al 46,67% del salario mínimo, aunque también pueden conseguirse al menudeo para un ciclo menstrual pero el precio queda a criterio del vendedor. Una caja de tres preservativos cuesta el equivalente a 1,18 dólares, el 6,29% del salario mínimo mensual.

De acuerdo con el estudio, Mujeres al límite (2017) producido por las organizaciones Avesa, Cepaz, Freya y Mujeres en Línea, 72% de las mujeres consultadas aseguró no haber tenido acceso a método anticonceptivo alguno en los últimos 12 meses. Un 19% acudió a comerciantes informales, redes sociales o grupos de intercambio para conseguirlos. Un 27% no pudo pagarlos por su alto costo y 10% los compró en el exterior.

La crisis económica que vive Venezuela y la desaparición del mercado de las pastillas anticonceptivas o la imposibilidad de pagar su costo o el de un preservativo ha colocado la esterilización como la opción viable para mujeres en edad reproductiva. El mismo estudio Mujeres al límite estimó, para noviembre 2017, 9.158.815 de venezolanas en edad fértil.

En marzo de 2018 se efectuó una jornada de esterilización en la Maternidad Concepción Palacios, el primer centro de referencia en esta especialidad en Caracas. En la única jornada hasta la fecha en esa dependencia del Estado fueron esterilizadas 89 mujeres, de las cuales cinco eran menores de edad, de 12 años, con retardo mental.

El protocolo médico para mujeres que van por tercera vez a sala de parto en centros asistenciales como la Maternidad Concepción Palacios es indicarles la esterilización. Pero no sucede lo mismo con aquellas que quieren esterilizarse sin estar embarazadas. Son dirigidas al servicio de planificación familiar de la institución.

“Esa paciente, probablemente, entre dentro de una cola que nunca termina, donde nunca se le da respuesta a su requerimiento, que es realizarse la esterilización”, explica el doctor José González, médico ginecobstetra de la Palacios. Termina recibiendo como opción el método anticonceptivo que disponga en ese momento el hospital.

“Hay solicitudes diarias de pacientes. No solamente vinculadas a que eso les ayuda a resolver el problema de la esterilización de manera definitiva o de su capacidad reproductiva de manera definitiva, sino que también, hay que entender que acceder a los anticonceptivos orales en esta Venezuela es sumamente complejo por escasez y por precios. Las pacientes que van a los hospitales pertenecen a los estratos socioeconómicos más desfavorecidos. Pocas veces tendrán para pagar a costo de mercado actual una caja de anticonceptivo en cualquiera de sus presentaciones. Eso es uno de los factores a considerar dentro de los deseos de esterilización quirúrgica de la no embarazada. Dicen: ‘Yo no puedo pagar los anticonceptivos en la calle, por esa razón, por favor esterilizame. Porque voy a salir embarazada y no voy a poder mantener ese nuevo hijo'”.

En la medicina privada, el costo de una esterilización puede llegar hasta el equivalente a mil dólares.

En un mes Humberto Zambrano, médico ginecobstetra, ha recibido a seis pacientes en su consulta con intención de esterilizarse y tres lo han concretado.

“No quieren tener más muchachos por la crisis y porque no hay métodos anticonceptivos, porque no consiguen pañales, no consiguen fórmula. Por esas razones han tomado la decisión. Pero no he recibido ninguna sin hijos, y si me llega no lo voy a hacer a menos que tenga una condición médica que amerite que no pueda salir embarazada”.

Al borde del precipicio

Cindy Ávila (25), con dos hijos, al igual que Yisbel se siente empujada por la crisis a tomar la decisión de esterilizarse.

“No había medicinas anticonceptivas, me dejé de cuidar por tres meses y cuando vine a ponerme el aparato tenía dos meses de embarazo. Adrián ya tiene cuatro años. No puedo ahorita tener otro hijo, estoy estudiando. La cuestión está muy difícil, todo es un poco complicado”.

A la dificultad de acceder a un método anticonceptivo de forma regular se suma la dolarización de la economía venezolana. Aunque la moneda de circulación legal es el bolívar soberano muchos bienes y servicios se tasan a valor del dólar estadounidense en el mercado negro.

“En las farmacias ya no se consiguen. Y son colas kilométricas en Plafam sin contar además que en ese momento tengas el dinero disponible. Pagas la consulta, pagas el aparato, sin contar el aumento con el que va a llegar ese aparato. Tener un bebé es como si quedara embarazada a los 10 años. Es una crisis total. Los pañales se consiguen súper caros, y la leche también. Y eso sin contar si el bebé viene con alguna complicación, alguna enfermedad. Necesita uno como otra estabilidad, y con un sueldo mínimo ahorita no se puede vivir. Igualmente yo no trabajo. Tener otro bebé a estas alturas sería como empezar de cero. Mi casa es súper chiquita y yo tengo ya dos niños”.

Tener un bebé es como si quedara embarazada a los 10 años. Es una crisis total. Los pañales se consiguen súper caros, y la leche también.
Plafam, asociación civil sin fines de lucro, que ofrece apoyo en materia de salud sexual y reproductiva en Venezuela también se encuentra de manos atadas por la crisis. Aunque mensualmente venían haciendo jornadas de esterilización a 40 mujeres, en agosto no pudieron hacerla por “falta de materiales” según explica Enrique Abache, director médico de Plafam, quien cree que no registra un incremento de las pacientes que desean esterilizarse.

Aquellas mujeres que quedan embarazadas sin desearlo, a consecuencia de la escasez de anticonceptivos, pasan a formar parte de otras estadísticas que también son consecuencia de la crisis, como la que refleja la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2017). Solo 19% de las mujeres embarazadas del estrato más pobre de los venezolanos se controla desde el primer mes de gestación.

Cifras del Banco Mundial reflejan que en Venezuela en 2017 la tasa de mortalidad neonatal fue de 20 por cada mil niños nacidos vivos, por encima del promedio de América Latina que se ubicó en 7,7.

¿Con la venia de la Iglesia?

En Venezuela, cuya religión oficial es la católica, las mujeres que toman la decisión de esterilizarse deben también enfrentarse al dilema moral que impone la Iglesia Católica que ha estado en contra de los métodos anticonceptivos.

Pero incluso para la Iglesia, la crisis venezolana implica también hacer una contextualización más amplia sobre las consideraciones éticas morales y circunstanciales con relación a la posición que debe asumir frente a la esterilización. Pronunciarse sobre la decisión de mujeres que se esterilizan porque la situación económica las obliga a no tener más hijos o simplemente no tener ninguno, es hoy una postura “irresponsable” para el padre Luis Obando, coordinador del Instituto de Teología para religiosos de la Universidad Católica Andrés Bello y también director del colegio San Ignacio de Loyola en el estado Bolívar.

Puntualiza tres aspectos para argumentar su posición. “Uno: la situación está obligando a mujeres a tomar decisiones que en otras condiciones no lo habrían hecho. Eso, verdaderamente, resulta dramático. Dos: la Iglesia siempre ha mantenido la consideración en la persona. Es decir, antes que ver cuál es la norma que se establece, que hay que respetar, también hay que tomar en consideración cuál es el momento presente que está atravesando la persona por el cual toma la decisión que probablemente va en contra de la norma. Tres: desde el momento en que una mujer decide esterilizarse porque la situación la está llevando, lamentablemente, a tomar esa decisión tan grave… (suspira) Resulta complicado pronunciarse. Todo pronunciamiento en la línea de poder marcar pauta hoy día creo que sería irresponsable”.

Lo que en el pasado era un dogma, la procreación como única manifestación del amor, fue superado por la Iglesia que ahora manifiesta la procreación como una de las formas del amor.

No se trata, para el padre Obando, de que la iglesia venezolana se abstenga de pronunciarse sobre un asunto fundamental como lo es la vida misma.

“Creo que la situación incide negativamente en las personas que toman una decisión y la Iglesia tendría que pronunciarse de acuerdo a cada caso. Entonces, no se abstiene sino que sencillamente revisa cada caso y creo que esa es la actitud más responsable que pueda adquirir la iglesia en este momento”.