Si el papel clave de los empresarios colombianos Alex Saab Morán y Álvaro Pulido Vargas en la trama de importaciones para el programa del Gobierno de Nicolás Maduro ha salido a relucir, casi nada lo ha hecho la participación de los comerciantes que desde México le sirven como proveedores. Se trata de grupos económicos que, aún antes de hacer negocios con Venezuela, tampoco eran ajenos a la controversia pública.
CLAUDIA SOLERA/ ROBERTO DENIZ
El 18 de octubre la Procuraduría General de México reveló los hallazgos de una investigación sobre las operaciones financieras detrás de las compras de alimentos en ese país por intermediarios del Gobierno de Nicolás Maduro para el programa estatal de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (Clap). El subprocurador especializado en investigación de delincuencia organizada, Israel Lira, lo definió como un “esquema fraudulento” y de “operaciones inusuales” por parte de empresas y personas que vendieron a Venezuela productos de “baja calidad” con “sobreprecios”.
Entonces el comunicado oficial de la dependencia mexicana solo hizo referencia al elenco de personajes que se mueven en torno al esquema de intermediación importadora de los empresarios colombianos Alex Nain Saab Morán y Álvaro Pulido Vargas. Pero en ningún modo aludió a sus proveedores: un trío de grupos empresariales que en México ha concentrado en sus pocas manos un negocio milmillonario.
Jorge y Elías Landsmanas Dymensztejn, dueños del Corporativo Kosmos y sus filiales Productos Serel y La Cosmopolitana; Jorge Carlos Fernández Francés de El Sardinero; y Aristóteles Vaca Pérez, propietario de Almacenes Vaca y Rice & Beans; son los nombres de quienes suministran una porción
sustantiva de las provisiones que llegan a Venezuela empacados como cajas o bolsas Clap. A ellos se suma el Grupo Brandon, una fantasmal compañía que en 2018 ha monopolizado la oferta de leche en polvo para el programa social venezolano.
Algunas de estas empresas ya han figurado en la prensa mexicana como protagonistas de incidentes públicos. La Cosmopolitana, por ejemplo, fue la responsable de distribuir en 2014 comida contaminada con Salmonella en una cárcel llamada Puente Grande, que provocó la intoxicación de 450 internos; El Sardinero fue multada por falsificar la dirección en una licitación pública, mientras que Almacenes Vaca acumula alrededor de 600 contratos por adjudicación directa con el Gobierno de Enrique Peña Nieto, presidente saliente de México.
En la declaración del pasado 18 de octubre las autoridades prefirieron omitir la participación de estas empresas para las que el plan gubernamental oficializado por Nicolás Maduro el 12 de marzo de 2016 terminó siendo una oportunidad millonaria. Cifras de la Secretaría de Economía de México indican que sólo entre enero de 2017 y agosto de 2018 las exportaciones de los 11 productos que contienen las cajas Clap sumaron 850 millones de dólares. Un salto abrupto si se toma en cuenta que meses antes de la creación del plan estatal el intercambio comercial entre ambos países estaba en niveles mínimos y apenas hubo exportaciones esporádicas de aceite vegetal, harina de maíz y lentejas.
Pesca de altura
Para El Sardinero, autodefinida como una “empresa líder en servicios de alimentación”, el negocio empezó pronto. A comienzos de 2017 despachó desde el puerto de Veracruz, en el Este de México, al de La Guaira, cercano a Caracas, miles de combos Clap para Cobiserta, una compañía adscrita a la Gobernación del estado Táchira con la que Group Grand Limited firmó a finales de 2016 un contrato para surtir al programa del Gobierno venezolano.
Al momento del acuerdo entre Group Grand Limited – el holding registrado en Hong Kong por Saab y Pulido- y la Gobernación de Táchira, al occidente de Venezuela, era gobernador José Gregorio Vielma Mora, un capitán del ejército de la camada de Hugo Chávez, ex director del organismo tributario nacional y que luego fue Ministro de Comercio Exterior de Nicolás Maduro durante unos meses.
A la trama tejida alrededor de Group Grand Limited, con la que el dúo de empresarios colombianos estructuró todo su negocio de importación, fue que apuntó el subprocurador mexicano el pasado 18 de octubre. “Se detectó la presencia de diversos operadores como el señor Alex N, aparentemente
relacionado con autoridades del Gobierno de aquel país, así como Álvaro N, Emmanuel N, Santiago N yAndrés N, quienes con el propósito de obtener los productos alimentarios que deben suministrar al Gobierno venezolano acuden a diversos países, entre ellos México, para contactar con otras empresas”. Se refería a Alex Saab y Álvaro Pulido, pero también a los representantes de Group Grand Limited en México: Santiago Uzcátegui Pinto, Andrés Eduardo León Rodríguez y Emmanuel Enrique Rubio González, hijo de Álvaro Pulido, de quien se sabe se cambió el nombre poco después del año 2000 y cuya identidad original es la de Germán Rubio. La Fiscal General Luisa Ortega Díaz, destituida por Nicolás Maduro, denunció en agosto del año pasado que tras Group Grand Limited estaba el propio presidente venezolano.
Una factura reciente, del 7 de julio de 2018, revela que El Sardinero mantiene los suministros de alimentos para los Clap en sociedad con los empresarios colombianos, aunque ya no mediante Group Grand Limited. La compañía ahora factura la mercancía a Asasi Food FZC, una sociedad registrada en Emiratos Árabes Unidos y que en la trama de Saab-Pulido reemplazó a Group Grand Limited. Las cifras de aduana también confirman que el negocio para El Sardinero continúa. En los primeros seis meses de este año envió a Venezuela casi 100.000 toneladas de alimentos, un volumen que la hace la
empresa mexicana que más productos despachó al país sudamericano.
En 2015 el nombre de Jorge Carlos Fernández Francés, dueño de El Sardinero, fue noticia al descubrirse que, para evadir impuestos, sobrepuso unas placas de la Ciudad de México a un Ferrari 458 con el que llevaba paseándose por París, Barcelona y Roma desde al menos cuatro años antes. La
matrícula 415-SYL que usaba su auto deportivo realmente pertenecía a un Golf modelo 2003, según los registros vehiculares del gobierno de la Ciudad de México y estaba a nombre de El Sardinero. La empresa también ha tenido sus choques con la ley. El 22 de diciembre de 2014, la Función Pública la
sancionó con una prohibición de poco menos de dos años y medio para celebrar contratos con dependencias y entidades federales, y una multa por 672.000 pesos (cerca de 34.000 dólares), por falsificar la dirección en una licitación pública.
Mercados cautivos
No es la única firma mexicana vinculada al negocio de los Clap que ha cometido irregularidades. La familia Landsmanas Dymensztejn, propietaria de La Cosmopolitana y Productos Serel, fue multada en julio de 2014 por las autoridades sanitarias del Gobierno de Jalisco -provincia del oeste mexicano- al comprobar que vendieron comida con Salmonella en el penal de Puente Grande. Es el mismo conglomerado que vende la leche en polvo Kosland, fabricada por Productos Serel, que llega a Venezuela en los combos Clap. La marca fue una de las peor valoradas en términos nutricionales tras el análisis físico-químico que practicó a varias leches mexicanas el Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) a solicitud de Armando.info. El producto mostró excesos de carbohidratos y sodio, pero bajos niveles de calcio, hasta el punto de que un niño debía ingerir 24,8 vasos para cubrir su aporte diario de calcio en vez de los 1,8 vasos que se requieren normalmente. En los combos Clap también se han visto lentejas, caraotas y azúcar de la misma marca Kosland de Productos Serel.
Por lo ocurrido en la cárcel de Puente Grande la compañía fue sancionada. Aunque la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) continúa recibiendo quejas de los familiares de los reclusos por la “alimentación de mala calidad y antihigiénica” de parte de La Cosmopolitana, los contratos
millonarios para proveer de alimentos a varios penales mexicanos no han cesado y acaba de obtener uno nuevo por 143 millones de pesos mexicanos (un poco más de 7,1 millones de dólares) para ofrecer los servicios de alimentación a los internos de los Centros de Reinserción Social y de Adolescentes del Estado de Baja California, en el noroeste de México. Según Contrabook, La Cosmopolitana acumula 4.623 millones de pesos (alrededor de 230 millones de dólares) por contratos públicos en México. Los reportes de aduana, en cambio, parecen indicar que este año ha caído la participación de La Cosmopolitana y Productos Serel en los envíos de alimentos para Venezuela. En los primeros seis meses del año los despachos suman alrededor de 150 toneladas, muy por debajo de El Sardinero o de Grupo Brandon, una fantasmal compañía que en 2018 ha monopolizado la venta de leche en polvo para los Clap, uno de los productos al que los intermediarios del Gobierno le sacan más provecho económico. En los combos de comida que reparte el Gobierno de Maduro han llegado varias marcas de leche en polvo con el sello de Grupo Brandon, marcas desconocidas en el mercado mexicano y todas de dudosa calidad. Constituida en 2004, Brandon cambió de dueños en abril de 2017, poco antes de iniciar sus exportaciones a Venezuela. Desde entonces, la dirección de la empresa ha variado en los empaques del producto.
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