Los cibercriminales hoy representan una gran amenaza por la cantidad de datos a los que pueden acceder: mensajes, fotos, credenciales bancarias, pero ¿qué pasaría si también pudieran hackear mentes humanas? Eso que suena tan lejano podría estar más cercano de lo que se cree, reseñó Infobae.
De acuerdo con un informe de la empresa de ciberseguridad Kaspersky Lab y la Universidad de Neurocirugía Funcional de Oxford, en un futuro los hackers podrían acceder a implantes de memoria para espiar, robar o alterar los recuerdos humanos.
La ciencia ya está estudiando cómo se crean las memorias en el cerebro y cómo puede ser mejorada o recuperada utilizando dispositivos implantables. En la actualidad ya existe la base para el desarrollo de esa tecnología, en el formato de dispositivos de estimulación cerebral profunda.
Los investigadores hicieron un análisis práctico y teórico de dispositivos implantados (IPG) o neuroestimuladores. Se trata de dispositivos que envían impulsos eléctricos a determinadas áreas del cerebro para el tratamiento de afecciones como el Parkinson, desórdenes obsesivo compulsivo o dolores crónicos.
Las últimas generaciones de estos productos cuenta con bluetooth e integran un software de gestión para que puedan ser regulados y monitoreados desde una tablet o celular. De acuerdo con el estudio realizado, existen muchos riesgos a nivel hardware y software que podrían ser explotados por los hackers.
Se encontró una vulnerabilidad en una plataforma de gestión muy popular en el mundo de los cirujanos que le permitiría a los criminales acceder a datos sensibles sobre tratamientos o procedimientos médicos.
Identificaron que, en algunos casos, los datos transmitidos entre el implante y el programa de software no contaban con encriptación, lo cual permitiría que se interfiriera en la comunicación entre todos los dispositivos conectados a esa misma infraestructura.
Esa manipulación podría generar dolor, parálisis o el robo de datos confidenciales de los pacientes. Y el uso de contraseñas no alcanza para asegurarse de que los sistemas no sean hackeables.
De hecho, teniendo en cuenta que los implantes deben ser controlados por el médico en caso de emergencias, se dificulta el uso de contraseñas porque se restringiría el acceso en ocasiones donde habría que actuar de inmediato.
Esto indica que estos implantes necesitan tener una “puerta trasera” en el software para poder ser intervenidos en casos de necesidad. El punto es cómo asegurarse de que esto no represente una vulnerabilidad.
En los próximos cinco años, se estima que la ciencia permitiría grabar electrónicamente las señales cerebrales que construyen memorias para luego optimizarlas o incluso reescribirlas antes de devolverlas al cerebro.
Se estima que en una década podrían salir a la venta los primeros implantes para optimizar la memoria y que incluso en 20 años esta tecnología ya estará lo suficientemente avanzada como para que se vuelva algo habitual.
Incluso esta tecnología podría ser utilizada para que el mismo usuario elimine aquellas memorias que le hacen daño, tal como ocurre en la película “El eterno resplandor de una mente sin recuerdos”.
El gran problema sería que esos implantes fueran manipulados para borrar recuerdos de conflictos políticos, así como para alterar o incluso “secuestrar” recuerdos y pedir dinero a cambio.
Son muchas las nuevas ciberamenazas que podrían llegar de la mano de estos implantes cerebrales si no se empiezan a diseñar soluciones de ciberseguridad adecuadas.
“Necesitamos reunir a profesionales de la salud, referentes en la industria de ciberseguridad y fabricantes para investigar y mitigar todas es potenciales vulnerabilidades; tanto las que vemos hoy como las que surgirán en los próximos años”, dijo Dmitry Galov, investigador de seguridad junior del equipo de Kaspersky Lab.
Por su parte, Laurie Pycroft, investigadora en la Universidad de Neurocirugía Funcional de Oxford, reflexionó: “La posibilidad de poder alterar y mejorar nuestros recuerdos con electrodos puede parecer ficción, pero se basa en una ciencia sólida cuyos fundamentos ya existen en la actualidad. Las prótesis de memoria son sólo una cuestión de tiempo. “Colaborar para comprender y abordar los riesgos y vulnerabilidades emergentes, y hacerlo mientras esta tecnología es relativamente nueva, dará sus frutos en el futuro”.