Para bien y para mal las fuerzas militares venezolanas han sido en el último siglo la columna vertebral del Estado. Esa posición ha estado y está (hoy) amenazada por grupos armados que han penetrado el territorio del país bajo el amparo de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro por razones ideológicas y como aliados del proyecto político chavista. Pero a eso hay que sumar el desprestigio en el que han caído a los ojos de la población, que las identifica como parte del régimen. Un aspecto siniestro que revela la otra cara de la crisis venezolana. Así lo reseña alnavio.com
Por Pedro Benítez
Uno de los argumentos del chavismo en el poder para disuadir alguna posible intervención militar externa sobre Venezuela es que se repita el escenario de Libia luego de la caída del régimen de Muamar Gadafi. La disolución completa del Estado, tal como lo definió Max Weber: la instancia que reclama exitosamente el monopolio legítimo de la violencia en un territorio.
Es decir, una situación el cual el país quede dividido de manera indefinida en distintas facciones armadas. Una especia de Somalia en el norte de Suramérica sería una posibilidad incluso peor que la presente.
No obstante, tal como van las cosas en Venezuela eso podría ocurrir sin necesidad de esa posible intervención militar. Esta semana se volvieron a dar señales que indican que más que instaurar un gobierno totalitario según el modelo cubano, en el país está aconteciendo un peligroso proceso de disolución del poder del Estado sobre parte del territorio y de su población.
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