La destrucción del país ha sido continua, feroz, en pocas palabras, canalla. El grupo de delincuentes que invadió el poder y secuestró al país se ha empeñado en destruirlo. No se trata de políticas fracasadas o de errores en la gestión, sino en la mala intención, en la perversidad que acompaña la intención de Maduro y su gente que más que de ellos es de los cubanos que han impuesto un ritmo destructor sin precedentes.
La mentira ha sido constante. La guerra económica, el sabotaje, la traición, en fin, todas esas excusas que hasta han parecido ridículas en algún momento, han sido parte del montaje revolucionario.
En un futuro, cuando se tengan que hacer todas las reformas legales y la reestructuración del país en general, en ese período de transición necesario al país, habrá que considerar la penalización de la mentira desde posiciones de gobierno e incluso desde posiciones de influencia en la opinión pública, como los encuestadores que lanzan cifras para satisfacer a sus partidarios o benefactores.
La responsabilidad deberá ser no solo política, sino administrativa y penal para castigar a quienes desde el poder o al margen, pero apoyado en esa estructura declaran, afirman y sostienen realidades inexistentes.
Vendrá el cambio, ya anunciado y pronto, como hemos dicho y sostenemos pese a las torpezas de una oposición partidista desarticulada y en ese momento habrá que hacer muchos cambios, además de aplicar la justicia y castigar a los responsables de los crímenes internacionales y de los vandálicos actos de corrupción y a los que desde la tribuna y los medios minaron, auparon el odio, destrozaron el sentimiento de los venezolanos.
Después de eso podrá venir la reconciliación nacional, el encuentro de todos, para salir de esto y recuperar el país perdido gracias al criminal golpista Hugo Chávez y su camarilla de traidores militares y civiles convertidos hoy en sus herederos multimillonario$.