El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó hoy las zonas afectadas por los gigantescos incendios que queman California y mostró un tono conciliador frente a las palabras agresivas que hace una semana dedicó a las autoridades de este estado por su gestión del fuego.
Trump recorrió parte del área quemada por el incendio conocido como “Camp Fire”, que arde en el norte de California, junto al gobernador del estado, el demócrata Jerry Brown, y su futuro sucesor, el también progresista Gavin Newsom; y la alcaldesa de Paradise, una población de 26.000 habitantes que fue completamente engullida por las llamas, Jody Jones.
“Nadie pensó que esto podía pasar. Tenemos que llevar a cabo trabajos de mantenimiento. Trabajaremos con grupos medioambientales. Todo el mundo ha visto la luz. Creo que avanzamos todos en el mismo sentido”, indicó el presidente en declaraciones a los medios.
Trump también expresó su esperanza de que “no volverá a producirse (un fuego) así de devastador porque este ha sido uno muy, muy malo”.
Hace una semana, el presidente generó indignación entre los servicios de emergencia californianos al culpar a las autoridades del estado, todas ellas demócratas, de una “absoluta mala gestión” forestal y amenazó con cancelar futuras ayudas federales.
“No hay razón para estos enormes, mortíferos y costosos incendios en California excepto que la gestión forestal es muy pobre. Miles de millones de dólares se dan cada año, con tantas vidas perdidas, todo por una absoluta mala gestión de los bosques”, afirmó Trump en su cuenta de Twitter.
“¡O se remedia ahora, o no habrá más pagos federales!”, agregó el mandatario, quien entonces se encontraba de viaje oficial en Francia para participar en los actos de conmemoración el centenario del final de la Primera Guerra Mundial.
De acuerdo con el último recuento, el “Camp Fire” ha causado por lo menos 71 muertos, mientras que más de 1.000 personas permanecen desaparecidas y el fuego ha arrasado 59.900 hectáreas.
El incendio también ha destruido más de 12.000 edificios, en su mayoría en la población de Paradise, mientras que los bomberos han logrado contenerlo en un 55 %.
Pese a los avances conseguidos en la lucha contra las llamas durante las últimas horas, las autoridades alertaron de que se espera que a lo largo del fin de semana soplen fuertes rachas de viento seco, lo que dificultaría las tareas de extinción como ya sucedió a principios de la semana.
Unas 40.000 personas permanecen evacuadas, mientras que el humo de la conflagración se desplaza cientos de kilómetros y mantiene zonas muy pobladas como Sacramento o la bahía de San Francisco bajo alerta máxima por la mala calidad del aire.
En toda esta área, en la que residen unos diez millones de personas, se han cancelado la mayoría de actividades que estaban previstas al aire libre, muchos icónicos emplazamientos turísticos están cerrados y se han pospuesto o suspendido eventos deportivos como el clásico partido de fútbol americano entre las universidades de California y de Stanford.
Las partículas que se encuentran en el humo pueden irritar y ocasionar daños en los pulmones y los ojos, ante lo que los responsables de salud pública recomiendan no salir de casa salvo que sea imprescindible a todos los grupos de edad.
Tras visitar la parte afectada por el “Camp Fire”, Trump se trasladó al sur de California para recorrer el terreno quemado por otro gran incendio, el “Woolsey Fire”, cerca de Los Ángeles y donde han fallecido otras tres personas.
Este fuego, que se declaró el pasado 8 de noviembre, prácticamente en el mismo momento que el del norte, ha quemado 836 casas y otros edificios en las localidades de Malibú y Thousand Oaks, además de haber arrasado 39.800 hectáreas.
Los bomberos han podido avanzar sustancialmente en las tareas de control y ya lo han logrado contener en un 82 %.
EFE