Cinco años han pasado desde la detención del ex oficial el ejército y ex gerente de importaciones de la extinta Comisión de Administración de Divisas (Cadivi). Como una pieza de teatro del absurdo, el proceso judicial contra el único ex alto cargo de ese organismo recuerda lo ocurrido en Venezuela con grandes casos de corrupción en el pasado. Más de treinta audiencias fallidas han impedido saber cómo y quiénes desviaron cientos de millones de dólares mediante “empresas de maletín” a pesar de las promesas de investigación ofrecidas por Nicolás Maduro, a quien viejos funcionarios del chavismo acusan de esconder la información sobre uno de los mayores desfalcos registrados en la historia del país. Así lo reseña Armando.info
Isayén Herrera / Andreina Itriago / Roberto Deniz
En la Venezuela de comienzos de este siglo escuchar el nombre del general de brigada del Ejército, Manuel Barroso, fue sinónimo de millones de dólares. Luego, de silencio. Alejado del escrutinio público desde 2015, tras haber sido nombrado agregado militar de la Embajada de Venezuela en Brasil, reapareció este 11 de septiembre uniformado, al pie de un avión en el aeropuerto internacional de Ciudad Guayana, escoltando al Ministro de Defensa, Vladimir Padrino, quien despedía a su homólogo brasilero.
En su mano izquierda sostenía un maletín negro, toda una ironía para alguien perseguido por la sombra de las “empresas de maletín” mediante las cuales fueron malversados cientos de millones de dólares durante los siete años que presidió la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), el ente que centralizó y gestionó durante más de diez años la entrega de dólares en territorio venezolano.
Semanas antes de esta estampa, el 16 de agosto, se difería una vez más la audiencia por el juicio que hace tres años se abrió contra el teniente coronel del Ejército y ex gerente de importaciones de Cadivi, Francisco Mariano Navas Lugo, y su primo José Daniel Stekman, acusados de favorecer a compañías fantasmas con dólares preferenciales.
Ambos quedaron detenidos desde agosto de 2013 por esa investigación. Navas Lugo es el único exfuncionario de alto rango de Cadivi acusado en un proceso que nunca pareció interesar a las autoridades y que recuerda la historia del “chino de Recadi”, un ciudadano asiático, el único detenido y que simbolizó la corrupción de la oficina que entre 1983 y 1989 otorgó divisas baratas en medio de otro control de cambio mientras los personajes de peso se cubrieron en el manto de la impunidad.
Ahora como entonces, el método siempre es el mismo. “Empresas de maletín” o “fantasmas”, así llamadas por no tener domicilio fiscal, empleados o una verdadera estructura empresarial, solicitaban dólares para realizar importaciones. A veces sobrefacturaban la mercancía, lo que de antemano garantizaba quedarse con una porción de las divisas en cuentas bancarias del exterior, pero otras veces ni siquiera compraban la mercancía y se quedaban con la totalidad de lo pedido ante Cadivi.
Justicia suspendida
Y como ocurrió con el “chino de Recadi”, la historia del caso MP-301151-2013, que sigue la detención de Navas Lugo y Stekman es una secuencia interminable de incumplimientos y de episodios kafkianos. Ni que la ex presidenta del Banco Central de Venezuela (BCV), Edmée Betancourt, reconociera en mayo de 2013 que al menos 20 mil millones se adjudicaron a “empresas de maletín” o que el hoy detenido ex ministro de Interior y Justicia -ex jefe de inteligencia en el gobierno de Hugo Chávez- el general Miguel Rodríguez Torres, dijera en diciembre de 2013 que 40% de las compañías que acudieron ese año a Cadivi eran de “maletín”, ha servido para impulsar una investigación real.
La que existe es como un espectro que ha desfilado por los despachos de tres jueces. Desde el 15 de septiembre de 2015 comenzó la siguiente secuencia: ese día comenzó el juicio, pero una interrupción por más de quince días obligó a un reinicio que ocurrió justo un año después. Fue la única vez que Navas Lugo habló ante el juez y expuso el salto abrupto que en 2012 hubo en las peticiones de dólares de Inversora Caejer. En realidad, se trataba de la Caja de Ahorros del Ejército, que desde 2008 hasta 2014 había obtenido liquidaciones por parte de Cadivi de 21 millones de dólares, como reveló Armando.info.
A partir de allí cada tanto se programan las audiencias pero estas nunca ocurren por falta de testigos, porque no trasladan a los acusados desde sus centros de reclusión al palacio de justicia, en el centro de Caracas, o como el 16 de agosto de este año, porque no acudieron los representantes del Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), organismo que reemplazó a Cadivi en noviembre de 2013 por decreto del recién investido presidente Nicolás Maduro.
“Le voy a exponer al país la verdad de lo que sucedió ahí porque fue una vulgaridad, hay responsabilidad de funcionarios sin lugar a dudas”, prometió Maduro días después en una entrevista televisiva al referirse a Cadivi, el acrónimo asociado al férreo control de cambio que Hugo Chávez instauró en febrero de 2003 y que aún rige la economía venezolana.
Meses antes y aún en condición de “presidente encargado” tras la muerte Chávez, el tono de Maduro era otro. Despidió a Manuel Barroso del cargo argumentando que lo hacía para cuidar su salud tras “siete años sin descanso”, pero alabando su gestión. “Sale como entró, con su honestidad, con su transparencia. Un aplauso al (entonces) coronel Barroso, hijo de nuestro comandante Chávez”.
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