Seis meses. Ese es el tiempo que ha durado el idilio de Meghan Markle con la opinión pública. La duquesa de Sussex ya no es tan querida y los tabloides británicos han visto en su, en teoría, carácter despótico la mejor fuente para sus titulares. Pero, ¿qué ha ocurrido para que Markle pasara de heroína a villana en esta historia?, publica abc.es.
Su relación fue confirmada por el Príncipe Harry con un comunicado en el que pedía que se respetara a la todavía actriz de «Suits» por parte de los medios de comunicación. Mulata, divorciada, americana, muchos vieron en ella el soplo de aire fresco que necesitaba la Familia Real británica, además de la mujer adecuada para completar ese grupo de «los cuatro fantásticos», formado por los duques de Sussex y los de Cambridge.
Su boda fue un cuento de hadas y Markle se ganó la simpatía de muchos con su cercanía, así como la compasión de otros por l os ataques de su familia paterna, entre los que se incluye el bochorno protagonizado por su padre, Thomas Markle, al pactar unas fotos con unos paparazzi antes del enlace. Meghan estaba sola en Reino Unido, Meghan iba siempre con el Príncipe Harry, se miraban con adoración y el anuncio de su embarazo hace un mes fue la nota perfecta. Y el final de su idilio con la prensa.
El primer golpe a su imagen fue la renuncia de Melissa, su asesora personal, tras seis meses en el puesto. Una dimisión que se sumó a la de Samantha Cohen, secretaria privada de la pareja y persona de confianza de Isabel II durante dos décadas, y a la de Edward Lane Fox, mano derecha del Príncipe Harry desde 2013. Ante tal sangría de personal, los medios ingleses comenzaron a publicar noticias del mal carácter de Markle, quien dicen se comporta «como una diva» desde el matrimonio. Para echar más leña al fuego, Gina Nelthorpe-Cowne, exagente de la actriz, aseguró que la joven duquesa es «delicada y selectiva» en el trato personal y que exige toda la atención cuando se trata de sus necesidades.
Desde que se levanta a las cinco de la mañana, según «Daily Mail», todo debe hacerse al modo Markle. Su carácter es tal que le ha valido ya el nombre de «huracán Meghan» en el servicio de la casa y del que dejó buena muestra durante la elección de su look para la boda. Según el biógrafo Robert Jobson, el Príncipe Harry dio la orden de que siempre se siguiesen los deseos de su prometida en todo lo referente al enlace. Sin embargo, cuando Meghan quiso lucir una tiara de esmeraldas, Isabel II paró los pies a su nieto: «No siempre puede salirse con la suya. Llevará la tiara que yo ceda».
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