Hugh Hefner murió en septiembre de 2017 a los 91 años de edad en su Mansión Playboy, en Los Ángeles. Su revista fue un detonante de la revolución sexual que explotaría en las décadas de los 60 y 70. Frente al modelo familiar de aquella época, Hefner ofrecía un mundo de fantasía, de gozo inacabable, salones de lujo invadidos por chicas jóvenes, extrovertidas y con poca ropa. «La vida es demasiado corta para vivir el sueño de otra persona», era el lema de vida del empresario, publica abc.es.
El fundador de la revista Playboy contrajo matrimonio a finales de 2012 con Crystal Harris, la modelo y conejita (fue playmate en 2009) con la que estuvo a punto de casarse ya en junio de 2011, y que era sesenta años más joven que él; Crystal, sin embargo, rompió el compromiso cinco días antes del enlace. A mediados de 2012 volvieron a retomar la relación y el 31 de diciembre celebraron la ceremonia en la mansión Playboy de Los Ángeles. Esta era la tercera boda para Hefner, que en aquel momento tenía 86 años. A pesar de la diferencia de edad, la flamante novia tuvo que emplearse a fondo para conquistar al octogenario casanova, que fue alternando esta relación con la que mantenía con las gemelas Kristina y Karissa. Tanto que era habitual ver al empresario salir de fiesta con las tres rubias a la vez.
Esta semana, poco más del primer aniversario de su muerte, su viuda ha hablado por primera vez sobre cómo lleva el luto: «Los primeros tres meses sin él fueron muy, muy duros. A partir de entonces me dije que tenía que salir ahí fuera y empezar a hacer algo, viajar o lo que fuera. He estado por todo el mundo intentando encontrarme a mí misma. Durante diez años formé parte del mundo de Hef, en la mansión casi todo el tiempo, y ahora estoy tratando de descubrir qué me gusta hacer», y ha recordado cómo era su vida junto a él: «Los lunes era la noche de chicos. Se juntaban y elegían entre todos una película, pero durante los fines de semana nos gustaba ver clásicos del cine y los domingos veíamos algo que estuviera en cartelera», y ha asegurado que «en ese momento de su vida el sexo ya no era tan importante para él. Le gustaba ver películas y jugar al backgammon. Es cierto que en esa casa se habían divertido mucho. Habían organizado fiestas increíbles con todo tipo de gente: hacían fiestas con monopatines y una vez organizaron unas miniolimpiadas».
Su viuda le recuerda como «un chico de buen corazón cuyos sueños se habían hecho realidad más allá de que él hubiera podido esperar», y ha asegurado que «Le echo de menos todos los días. Él me enseño mucho. Me enseñó el amor, la bondad… era amable con todos, acogedor en su casa con todo el mundo, sin importarle quién eras. En estos días es raro encontrar alguien así».