Gastón Riveira es el creador y dueño de La Cabrera, una de las parrillas más prestigiosas del país. El alto nivel del restaurante lo llevó también a ser reconocido mundialmente, al punto de que durante la Cumbre del G20 fue elegido por algunos de los líderes que visitan el país para probar sus platos. Uno de ellos fue el príncipe de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, quien directamente lo convocó el jueves pasado a la cocina de la embajada de ese país en Palermo para que le cocinara a él y todo el séquito de asistentes y funcionarios que los acompañan.
Por Infobae
Y cuando se dice que fue convocado a la cocina de la sede diplomática es porque literalmente fue así. Debido a las extremas medidas de seguridad, los agentes del sauditas que cuidan al líder árabe llevaron a Riveira a que cocinara apenas entrara a la embajada sin mantener contacto alguno con ningún funcionario y menos con Salman. “Yo no llegué a verlos porque así como entré, me sacaron el teléfono y me metieron en la cocina. No pude ver al príncipe ni saludarlo. Nada de nada”, contó el chef en diálogo con radio Mitre.
La experiencia del parrillero “fue de película”, o por lo menos así lo calificó él. “Fue diferente eso de llegar al lugar. Nunca lo había vivido. Había mucha seguridad por todos lados. Fue una experiencia rara, divertida”, dijo el creador de La Cabrera, quien contó los inusuales detalles que tuvo que vivir mientras cocinaba.
“Tenía dos o tres personas mirando todo lo que hacía y lo que cocinaba. Cada plato que salía, lo probaban y lo etiquetaban. Cuando salió un plato le dije a uno ‘¿lo quiere probar?’ y me dijo: ‘no, pruébelo usted'”, relató el chef. En cuanto a la comida, Riveira preparó varios cortes: entre ellos, hizo bife de chorizo, ojo de bife y bife con hueso largo. Todos eran, según relató, “de buen comer” y fue una comitiva bastante nutrida. “La carne la pedían pasadita de punto. Los primeros los mandé jugosos hasta que vino uno de estos catadores”, agregó.
En cuanto al momento en sí, Riveira dijo que se mantuvo calmo y que el único requerimiento que tuvo que cumplir es que cuando el príncipe se sentara, la comida debía estar servida. No quería esperar. “Quedé satisfecho. Debe ser lógica esa seguridad sabiendo que es uno de los tipos más importantes del mundo. En la medida que yo lo iba fileteando, lo probaban. Todo en inglés. Yo también tuve que probar, adelante de ellos”, sostuvo el chef, que se animó a contar un último detalle. “Como una especie de capricho final del príncipe fue el panqueque de dulce de leche. Tuve que ir al restaurante y traerlo a la Embajada”, finalizó.
Además de preparar platos para Salman, Riveira también cocinó para el presidente de Singapur, Lee Hsien Loong, aunque lo hizo en uno de los locales de La Cabrera. “Había también mucha seguridad, y gente probando la comida antes que él la probara. Reservaron una parte para 50 personas”, dijo.