Desde el 31 de octubre pasado en que se anunció oficialmente su destitución de la Dirección del SEBIN, no se tienen noticias del general Gustavo González López, lo que ha dado curso a rumores que van, desde su detención por ser el responsable del asesinato del activista y concejal de “Primero Justicia”, Fernando Albán, hasta su fuga a Estados Unidos para actuar como “testigo protegido” en las diversas causas que se le siguen al régimen de Maduro por corrupción y violación de los Derechos Humanos, pasando por su desaparición física por estar incurso en delitos de conspiración, golpes de estado y atentados contra el presidente de la República.
Pudo haber sido por todo eso y mucho más, pues si revisamos, aunque sea de pasada, el curriculum del general, González López, nos encontramos ante un funcionario sin otra distinción que la de ser fiel y obsecuente con todos quienes, desde el comienzo del gobierno de Chavez, empezaron a emplearlo en cargos menores, y probándolo, no por la eficiencia sino por la obediencia, hasta convertirlo en el pavoroso jefe del cuerpo de inteligencia y seguridad, el SEBIN, que es dueño de la vida y hacienda de los venezolanos.
Y primero que ninguno, Diosdado Cabello, el cual, desempeñando la cartera de Infaestructura durante el 2003, lo nombró “Director General de la Oficina de Planficación y Desarrollo de Recursos Humanos”, ascendiéndolo en 2004 a la “Presidencia de la Fundación de Equipamientos de Barrios”, Fundabarrios y entre los años 2006 y 2008, ocupando sucesivamente la presidencia del Metro de Caracas y del Metro de Los Teques y otros cargos en la gobernación de Miranda que pasaron a la historia por otro mérito que no fuera el no tener ninguno.
Pero de Caracas, Los Teques y las manos de Cabello, González López pasó a las de Chávez, quien en el 2010 lo designó Comandante de la 5ta División de Infantería de Selva, Teatro de Operación No 5 y Guarnición de Simón Bolívar, y en julio 2011, comandante de las Milicias Bolivarianas.
Quiere decir que, no es sino a mediados del 2013, a pocos meses de asumir la presidencia, cuando Maduro incorpora al general González López a su equipo de gobierno, a un presunto “Centro de Formación de Inteligencia de la Patria”, CESPPA, que no parece ser sino uno de los tantos organismos de inspiración cubana con que la burocracia castrochavista va entrenando el personal que después incorporará a los cuerpos represivos.
Nada especial para el general González López, salvo sumergirse en los fundamentos básicos de la inteligencia y la contrainteligencia para desempeñarse en los cargos que le esperan, como van a ser: Director del SEBIN el 17 febrero del 2014, ministro del Interior, Juiticia y Paz en julio del 2015, y regreso a la Dirección del SEBIN en marzo del 2016.
En otras palabras que, todos los cambios, vías y contravías que justifican la teoría de que González López jamás llegó a identificarse con el madurismo y que, muy al contrario, debiéndole los comienzos de su carrera a Cabello, y sobre todo, sus momentos estelares a Chávez, jamás logró salir de la umbrela militante y sentimental de los dos hombres con quienes se formó en la FAN y con quienes, principalmente, había intentado sus desempeños en la burocracia.
Lo cual da, también, elementos para que se piense que, desde que se incorporó por primera vez al SEBIN, fue como producto de un acuerdo entre Cabello y Maduro, quienes, no terminaban de dirimir sus diferencias por la sucesión de Chávez, y, que sacar a Rodriguez Torres en el 2014 (hombre de Cabello) del ministerio de Interior Justicia y Paz sin buscarle una compensación en el SEBIN, era inaceptable.
Sobre todo en circunstancias que los dos herederos no compartían las mismas políticas con relación a la oposición y podían llegar momentos -como los que surgieron después de las elecciones parlamentarias del 5 de diciembre del 2015 cuando el gobierno pasó a ser minoría en la Asamblea Nacional-, en que Maduro y Cabello, no solo no estuvieran de acuerdo, sino que intentaran neutralizarse utilizando el bando opositor.
Surgió, además, el fenómeno de que un sector de la oposición volvió a tomar la calle como en el 2014 y las fuerzas de la represión se convirtieron en las decisivas para mantener la estabilidad del gobierno y, desde ese punto de vista , repartirse el gobierno con un hombre de Maduro en el ministerio del Interior Justicia y Paz y uno de Cabello en el SEBIN, era fundamental para preservar “su” paz, “su” propia paz.
Y por esa vía, los dos funcionarios con mayor concentración de poder en el país eran, el ministro del Interior, Justicia y Paz, el general, Néstor Reverol (hombre de Maduro), y el Director del SEBIN, el general, Gustavo González López (hombre de Cabello).
Reverol (exComandante General de la GNB) no solo campeaba sobre el gobierno que ejercían gobernadores, alcaldes, diputados, magistrados, jueces y fiscales, sino también sobre los oficiales, clases y soldados del Ejército, la Armada y la AEV, pues ya se sabía que la GNB triplicaba las otras fuerzas en hombres, equipos y dotación militar.
Dicho de otra manera, que Reverol era el auténtico ministro de la Defensa, en tanto Padrino López paso a ser un titular decorativo, y él, el ministro del Interior, Justicia y Paz, se reservaba el control del funcionariado y la burocracia.
En cuanto al Director del SEBIN, Gustavo González López, campeaba sobre la vida civil, pues sus agentes, asociados con la vicefiscal, Katherine Harrington (esposa de González López) vendían libertades y encarcelamienos, se negaban aceptar boletas de excarcelación de jueces y fiscales si no cuadraban con sus negociaciones, protegían presos comunes a cambio de vacunas, extorsionaban a otros y, en general, se prestaban a cualquier tipo de ilegalidad si convenía a sus jefes políticos o mercantiles.
Sobre todo de Cabello y de todos los oficiales y funcionarios del gobierno que proclamaban no tenían nada que ver con Maduro, Reverol y Padrino López porque su Jefe era “el Presidente Eterno”.
Pero eso no era todo, sino que había sospechas muy fundamentadas de que participaban en conspiraciones y actos terroristas contra Maduro, como pudo ser el atentando con drones que casi liquida al jefe de Estado en la Avenida Bolívar de Caracas.
El drama, sin embargo, que pudo prestarse para desencadenar las furias del madurismo contra González López y sus jefes tras bambalinas, fue el asesinato del activivista y concejal de “Primero Justicia”, Fernando Albán, pues ocurrió cuando, el expresidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero, había logrado asociar al nuevo gobierno español de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, para una nueva iniciativa de paz en Venezuela a través de un diálogo que tendría como protagonistas a funcionarios del gobierno Maduro y dirigentes de partidos opositores venezolanos entre los que estarían Avanzada Progresista, Un Nuevo Tiempo y posiblemente, AD.
Y viene la gente de González López (dicen que por instrucciones de Cabello) y “suicida” desde el décimo piso del SEBIN a Fernando Albán y adiós diálogo y última oportunidad para que el gobierno de Maduro no siguiera cayéndose a pedazos y sus posibilidades de sobrevivir no dependieran tanto de sus enemigos, como de un último esfuerzo por demostrar que eran legítimos, democráticos y revolucionarios.
Origen sin duda alguna de la violenta reacción que ha tenido el madurismo contra el cabellismo y su segundo hombre al mando, el director del SEBIN, Gustavo González López y que sus posibilidades de estar o no en este mundo dependan de las concesiones que puedan hacerle Cabello y sus militares a un Maduro que está a punto de ganarles otra partida, otra muy importante partida.
Por lo menos, sacarlos del SEBIN.
Pero de que se negocia entorno a su caso, se negocia, y nada para demostrarlo como las apariciones pintorescas de voceros como José Vicente Rangel y el propio Ministro Reverol para asegurar que González López está vivo y que en cualquier momento aparecerá.
Ojalá Maduro no los ponga en ridículo otra vez.