No habían transcurrido veinticuatro horas desde que se cerraron las mesas de votación y ya los «votacionistas», tanto del PSUV como de la MUD/FA, se han movilizado para denostar la acción cívica del noventa por ciento de los venezolanos que se abstuvieron de votar.
Impacta percibir como coinciden en sacar de contexto la farsa electoral convocada por el régimen, homologándola con las consultas electorales que se realizan en los países democráticos y donde el fin no es aparentar una situación política inexistente, si no consultar la opinión de la ciudadanía sobre asuntos trascendentes o acerca de la cobertura de cargos para la administración del Estado.
La característica fundamental de cualquier tiranía es su desprecio por la voluntad popular; todos los tiranos, desde antes de Cristo, se han caracterizado por imponer su voluntad por encima del querer de los conglomerados que tiranizan. No es diferente en esta sufrida patria de Bolívar, como tampoco lo es en Cuba, Bolivia y Nicaragua, donde se vota, pero no se decide y donde las consultas electorales –fraudulentas en su esencia– no tienen otro objetivo que hacerle creer al mundo la existencia de una libertad a todas luces falsa.
Hace apenas pocos días, el tirano Evo Morales de Bolivia, desconoció por vía judicial el resultado del referendo que le impedía postularse para un nuevo periodo presidencial. Nada distinto a lo que hizo Chávez cuando su propuesta de enmienda constitucional cayó aplastantemente derrotada, al punto de que se vio obligado a admitirla, pero a condición de que se le hiciera un maquillaje numérico para que se escondiera la paliza recibida y se dejara expedito el camino para desconocer, más adelante, la voluntad de la gente.
Aún está fresca la tinta con la que se escribieron las noticias sobre las elecciones estudiantiles en la Universidad de Carabobo: malandraje desatado (herederos de los «cabilleros» de Acción Democrática) intentando intimidar a la muchachada estudiantil y luego, ante la aplastante derrota, una írrita decisión judicial declarando vencedor al vencido.
No se debe olvidar –ni por un instante– que el voto es un instrumento de la democracia; que su objetivo es el de consultar la opinión del conglomerado sobre asuntos trascendentes, para actuar en consecuencia. Cualquier duda sobre las verdaderas intenciones del convocante, habilita a la población, ética y políticamente, para no concurrir a las urnas y cataliza su derecho a demandar respeto a su soberanía.
Como una de las primeras víctimas de cualquier tiranía es la verdad, no sabemos a ciencia cierta la cifra de abstención, que se comenta alrededor del noventa por ciento; pero a esa de los que no concurrieron a los centros de votación, me atrevo a sumarle la de los que lo hicieron por la más absoluta necesidad, en busca de una caja CLAP o de un trozo de pernil para mitigar el hambre propia y la de sus hijos. Esos también se abstuvieron, esos también son parte de esta lucha y de los sueños de libertad que nos fortalecen el espíritu y nos arraigan a la tierra que nos vio nacer.
Ante la pregunta de: ¿Qué ganaron? que deslizan en las redes sociales los agentes del régimen y de sus socios, podríamos pasar días respondiendo. En primer lugar, nos contamos y eso es extraordinariamente útil para hacerle saber al mundo entero que los dialogantes no son más que unos estafadores que, en su afán de obtener provecho propio, no les importa la dimensión del daño que le hacen a su pueblo. Ese contaje también sirve para que todos se den cuenta de la ilegitimidad de los poderes públicos, incluyendo a la Asamblea Nacional, elegida en las extrañas circunstancias del 6D y, lo que no es menos importante, el hartazgo de la gente por los partidos políticos que cohabitan en la MUD/FA.
Ganamos en prestigio, en estatura moral ante los demás pueblos del mundo; ganamos en esperanza, al reconocer inequívocamente que no existe el manido pueblo chavista, que todos somos hormigas de la misma cueva, como diría el inolvidable Andrés Eloy Blanco; ganamos respeto como pueblo digno, que no vende su primogenitura por un plato de lentejas y, en definitiva, ganamos porque hoy amanecimos mucho más cerca de la libertad. ¡Ganamos!
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