De las 26 líneas aéreas que operaban en Venezuela quedan 13, pero en mayo del año pasado Plus Ultra Líneas Aéreas hizo una apuesta contracorriente y aterrizó en el país, a pesar de su gobierno “socialista” que ahuyenta al capital. El viaje de la empresa, que ondea la bandera de España y evoca con su nombre la historia de ese país, esconde un secreto: detrás están inversionistas venezolanos poco conocidos pero relacionados con empresarios que despuntaron durante el chavismo recibiendo dólares preferenciales o logrando contratos con Petróleos de Venezuela y otras empresas del Estado. Gracias a ellos la compañía levantó vuelo y ahora conecta a Caracas con Madrid y la isla de Tenerife, publica armando.info.
Por ROBERTO DENIZ
Detrás de Plus Ultra Líneas Aéreas hay un secreto. Ni los voceros de la empresa, ni el Gobierno que celebró ampliamente la llegada en mayo pasado a Venezuela de la compañía “española” hablan de los socios venezolanos que están en la operación. Y no es un dato menor, pues esta participación explica el sorpresivo aterrizaje en un mercado del que han huido decenas de aerolíneas en los últimos cuatro años espantadas por el colapso económico y las restricciones del modelo socialista.
Antes de conectar con sus vuelos desde Caracas a Madrid y con la isla de Tenerife, en el archipiélago canario, Plus Ultra fraguó una sociedad con inversionistas venezolanos poco conocidos, pero relacionados al emergente grupo empresarial de Camilo Ibrahim Issa, un venezolano de origen árabe que controla la actividad en Venezuela de la marca española Zara, el más conocido entre sus tantos negocios de retail, y que posee otras inversiones en España y el Caribe.
Se trata de Rodolfo José Reyes Rojas y Raif El Arigie Harbie. Los registros muestran que ambos entraron a la junta directiva de Plus Ultra a comienzos de 2017 y tienen una participación “ligeramente superior” al 50%, según admiten, a través de la sociedad española Snip Aviation SL, de la que Rodolfo Reyes es el propietario. Roberto Roselli Miele, también venezolano, de 43 años, es el apoderado de la compañía.
Para que Plus Ultra escogiera como ruta a un país con cinco años consecutivos de contracción económica y que adeuda casi 4 mil millones de dólares a las líneas aéreas, según la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), la presencia de los venezolanos parece determinante.
Constituida en Madrid en 2011 por ex directivos de la fracasada Air Madrid, su nombre rescata el lema latino “plus ultra” que significa “más allá”, empleado por el Rey Carlos I de España y V de Alemania, y que está inscrito en el escudo español como recuerdo del afán expansionista que tuvo el imperio español. Recién en 2015 comenzó a volar hacia algunos destinos de Latinoamérica, pero sin consolidarse en el competido sector del transporte aéreo.
La relación de Rodolfo Reyes y Raif El Arigie con Camilo Ibrahim Issa, en cambio, está cimentada desde hace tiempo. En el caso de Reyes se remonta a cuando era directivo en Bencorp Casa de Bolsa junto a Luis Alberto Benshimol, uno de los principales operadores cambiarios de esa época en el mercado local y cuyo nombre salió a relucir en la investigación de los Panamá Papers relacionado a una firma de Leonardo González Dellán, ex presidente del hoy liquidado Banco Industrial de Venezuela (BIV).
Reyes, incluso, fue detenido en mayo de 2010 en el marco de la razzia que contra las casas de bolsa ordenó Hugo Chávez. El Gobierno culpaba a esas entidades financieras de disparar la paridad cambiaria en el mercado “paralelo” de divisas que funcionaba al margen de las tasas oficiales. El ahora socio de Plus Ultra fue acusado de “simulación de operaciones bursátiles”, estuvo 50 días preso y dos años con régimen de presentación, pero tiempo después la causa fue sobreseída.
De su etapa en Bencorp Casa de Bolsa nació la relación con los negocios de Camilo Ibrahim, especialmente cuando lo asesoró financieramente en 2007 para la adquisición de la operación de Zara en Venezuela. “En esa relación de cliente y asesor financiero terminamos de socios y bueno la vida nos ha llevado a ser grandes amigos”, admite Reyes.
Aunque de bajo perfil, su nombre sonó nuevamente en otro escándalo cuando en agosto de 2017 Luisa Ortega Díaz, la fiscal general de la República destituida por Nicolás Maduro, lo vinculó a la trama del negocio de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) de los colombianos Alex Nain Saab y Álvaro Pulido Vargas. De esa conexión no hay rastros y tanto Rodolfo Reyes como Raif El Arigie la niegan. Sí está documentada la que mantienen con Camilo Ibrahim a través de empresas en Venezuela y Panamá. Los tres son investigados por la comisión de contraloría de la Asamblea Nacional, según informó a finales de noviembre el diputado Freddy Superlano. Los empresarios insisten en que no participan en el negocio de los CLAP y que han respondido a las peticiones del parlamento.
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