Blasina Cordero, cuyo hermano fue asesinado en 2008, supo que no serviría de nada volcar el surgimiento en lágrimas. Por eso, el año siguiente, con familiares de otras víctimas, creó una organización: la Fundación por la Dignidad Sagrada de la Persona, que durante una década, se ha dedicado a denunciar los asesinatos, extrajudiciales o no, que, por una u otra razón, son silenciados. Así lo reseña cronica.uno
Por Marcos Valverde
Varios de esos crímenes, de acuerdo con su última denuncia, ocurrieron en 2018: 111 menores de edad han muerto asesinados este año en Bolívar. “Estos crímenes regularmente se silencian porque son asesinatos de pobres, y en este contexto se piensa que los pobres son los malandros”, explica.
Más ruido, menos complicidad
Para hacer pública estas cifras, Dignidad Sagrada por la Persona durante la última semana de diciembre ha desplegado en San Félix una campaña particular: clavar cruces en la redoma El Dorado. Cada una de ellas representa un asesinado.
“Con estas protestas, estamos buscando que se acabe la impunidad. En estas muertes también han participado la Guardia Nacional, el Cicpc (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas) y las policías”, señala Juan Campos, también integrante de la fundación.
El equipo trabaja en alianza con la Defensoría de Niños, Niñas y Adolecentes, el Observatorio Venezolano de Violencia y la Escuela de Derecho de la sede Guayana de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Este año, apunta Campos, la violencia minera ha incidido en el incremento del número de menores asesinados.
“En Brisas del Sur hubo uno reciente, el de Andrés Mendoza, a manos del Cicpc. Pero lo otro que quremos denunciar es que otros niños mueren asesinados no por balas, sino por hambre y niños en Guaiparo. Y otros mueren porque llegan al pediátrico (Menca de Leoni, en San Félix) y está cerrado”. El exhorto de los responsables de la Fundación es uno: contribuir con el ruido.