Si la vida en Venezuela es dura, es aún peor para los ancianos.
La nación sudamericana se está hundiendo más en la crisis económica alimentada por la corrupción, las políticas socialistas fallidas y los bajos precios del petróleo, generando niveles históricos de hiperinflación que han dejado a los viejos y enfermos luchando por encontrar y pagar medicamentos vitales. Se enfrentan a largas colas que duran varias horas para cobrar los cheques de las pensiones que no cubren adecuadamente los costos de una buena nutrición. Muchos han visto cómo sus familias han abandonado este país rico en petróleo, obligado ha afrontar una solitaria lucha por sobrevivir.
Por Rachelle Krygier, Wil Riera y Chloe Coleman / The Washington Post
La lucha es evidente en el Hogar de ancianos Madre de Calcuta en un suburbio del sur de Caracas, donde los pacientes se han deteriorado rápidamente.
En todo el país, los ancianos se enfrentan a una importante escasez de medicamentos que son indispensables por la edad, cuando el poder adquisitivo ha caído alrededor del 90 por ciento en 2018.
Las medicinas que toma para controlar sus cambios de humor no han estado disponibles desde hace un mes. Recientemente, una anciana de 80 años se aferró fuertemente a una de las columnas de la cocina y gritaba insultos histéricamente. En las últimas semanas, otros dos pacientes con epilepsia tuvieron convulsiones porque el asilo de ancianos ya no puede pagar o encontrar sus pastillas.
En 2001, una pareja de sesenta años decidió abrir el asilo de ancianos, utilizando un modelo donde los residentes ayudan a administrar las instalaciones, que ahora alberga a 77 hombres y mujeres de edad avanzada. Por ejemplo, el guardia de seguridad es Tito Armando Matos de 60 años quien trabaja a cambio de alojamiento y atención médica.
“Estamos luchando para mantenernos vivos”, comenta Matos.
El gobierno venezolano ocasionalmente provee bolsa de alimentos al hogar. Pero su presupuesto se basa en gran medida en las donaciones que han estado cayendo rápidamente. Al mismo tiempo, los artículos esenciales desde el jabón hasta los pañales son cada vez más caros en la economía hiperinflacionaria de Venezuela lo que hace estos tiempos más dificiles. El propietario, Baudilio Vega, dijo que lo ha considerado cerrar muchas veces, pero la resistencia de los pacientes lo empuja a seguir adelanta.