Días antes, el Departamento de Estado se adelantó con una “nota de advertencia”, la cual es muy diferente a una nota diplomática. La nota de marras, por su imprecisión, no menciona el número ni los nombres de las naves interceptadas, ni las coordenadas en las cuales se encontraba operando, además de exigir a Venezuela respetar los derechos de sus vecinos. Lo que deja claro que el funcionario de escritorio que redactó este bodrio de nota, desconoce que en esta área la única delimitación de aguas marinas y submarinas existente es con Trinidad y Tobago. Este tinterillo, intencionalmente, obvia que con Guyana no se ha delimitado las áreas marinas de Guyana, debido a la reclamación que existe sobre el Esequibo. En cuando al llamado a Venezuela a respetar el Derecho Internacional, la reciprocidad es una regla en el Derecho Internacional, por lo cual sería oportuno que ese llamado también fuera hecho a la parte guyanesa, al haber dado en concesión áreas que se encuentran en reclamación, desde el mismo momento en que se produjo el fallo del Tribunal Arbitral de París, por cierto con anuencia de los dos jueces americanos que actuaron en representación de Venezuela, debido a la negativa inglesa de sentarse a negociar con “pueblos bárbaros”.
Desde que se hicieron los primeros descubrimientos en la plataforma deltana, se comenzó a verle el hilo a la costura de la nueva política de EE.UU. hacia Guyana: La designación como secretario de Estado del expresidente de la Exxon, empresa líder en el negocio petrolero en Guyana; las palabras de despedida pronunciadas por el Encargado de Negocios Americano en la despedida de su Embajador en Georgetown a quien se le fue la lengua y dijo más de lo que debía decir respecto a la posición de los EE.UU; y la incursión de las naves exploradoras el día anterior a Navidad, dan crédito a todas las dudas razonables para pensar más bien en una provocación bien concertada.
Este sórdido episodio de la diplomacia madurista tiene sus orígenes en la estrategia castrochavista de la cooperación a través de coaliciones en base a los intereses de cada parte. En el caso de Guyana, Chávez y Maduro se dejaron engañar por el barbudo de Fidel de olvidar la reclamación del Esequibo en gratitud por los servicios prestados por Guyana como puente para el traslado de tropas cubanas para las guerras en África. El gobierno debe pensar y sacar cuentas del peso ante la historia si en manos del presidente obrero se pierda definitivamente el Esequibo.