Tal como ha ocurrido en los últimos tres años desde que el control de la Asamblea Nacional fue rescatado por las fuerzas democráticas venezolanas, Enero ha arrancado con la generación de grandes expectativas, donde salvo el gris periodo que tocó presidir al Diputado Omar Barboza, por lo demás, la elección de la directiva del parlamento y principalmente su presidente, han estado bajo el foco de la opinión pública que ha cifrado sus esperanzas en una conducción que cada una en su momento, ha tenido su momentum.
Desde la primera directiva encabezada por Henry Ramos Allup, quien demostró a cabalidad que en política no hay muertos, pero quien por desgracia desperdició el 2016 en promover su propia candidatura presidencial girando como un trompo por el país con formatos de campaña ochentosos que solo evidenciaron su poca comprensión de como han cambiado las cosas en el mundo; continuando con la presidencia de Borges, quien se entregó en cuerpo, alma y corazón a convertir el caso Venezuela en un asunto de interés global y a cuya gestión debemos hoy en gran medida que los ojos del mundo y sus dirigentes apoyen por abrumadora mayoría la causa de la restitución de la democracia en el país; y culminando con una presidencia que si bien no se hizo sentir, igualmente no dejó de cumplir con su tarea de mantener en pie de lucha al parlamento, pues a esa directiva le tocó nada más y nada menos que conducir el rechazo al proceso írrito y espurio del pasado 20 de Mayo; todas y cada una, sin excepción ha cumplido con sus tareas y desafíos, y nos guste o no, dejaron la mesa servida para un nuevo protagonista, quien hoy asume como la punta de lanza de lo que podría ser la estocada final al accidente histórico por el que hemos transitado en los últimos 20 años.
Juan Guaidó entraría entonces al ruedo en su condición de cerrador, luego de un juego con 20 entradas, donde aún con errores importantes a lo largo del camino, todo cuanto se haya hecho, ha contribuido a acercarnos al final de la pesadilla. A Juan le toca preservar la ventaja y solo eso conduce a la victoria. ¿La tiene fácil? Sin duda no la tiene… Por un lado aún le toca demostrar de que está hecho, pues muy pocos en el país lo saben. Solo quienes han tenido un seguimiento al mundillo político y además han puesto atención en esa generación que se formó al calor de la lucha estudiantil en el año 2007, saben quien es Guaidó y pueden dar fe de su lucha, compromiso y entrega en la gesta de rescatar la democracia en Venezuela. Ya circulan de hecho las fotografías que dan fe de lo tanto que se expuso en las heroicas protestas de 2017, donde sufrió los rigores de la represión desmedida que derivó en el asesinato de más de un centenar de venezolanos. Juan, de hecho, es parte y fue protagonista de ese extraordinario movimiento estudiantil que propinó la más significativa derrota que sufrió Hugo Chávez en toda su carrera política, en el Referendum Constitucional de 2007. Por otra parte, le toca un reto aún mayor y es a lo interno, para lograr la cohesión de tantos actores que aún adversando la plaga que desgobierna, no logran acordar una hoja de ruta común para superarla.
Lo que está por delante son nuevos retos de dimensiones mayúsculas, pues todo muestra y apunta a un desenlace inédito que no necesariamente está previsto con meridiana claridad en nuestra Carta Magna y que por tanto requerirá de mucha interpretación creativa para ajustarlo. Discusiones estériles sobre las teorías de vacío o usurpación, sobre asumir o no la presidencia interina cumpliendo o no con las formalidades del juramento, todas aterrizan y se confrontan al final del día con el mismo muro del que por la vía de los hechos, el Poder Ejecutivo está bajo el control férreo de Nicolás Maduro, hoy sustentado únicamente por quienes detentan el monopolio de la fuerza y que por tanto, jurando o no, con banda o no, la única posibilidad de restituir la democracia en el país es cerrando filas en torno a Juan.
Cerrar filas en estas circunstancias es un compromiso de naturaleza superior, pues en la Asamblea Nacional y en quien detenta hoy su presidencia, recae la responsabilidad de conducirnos al buen puerto de elecciones libres; y es allí en ese escenario, en ese primer anillo del Parlamento y en el de los actores políticos donde la unión, el desprendimiento y el interés por el país debe exhibirse con su mayor solidez, para así brindarnos al resto de los venezolanos, la confianza, esperanza y esa luz al final del túnel que tanto anhelamos para salir de la nube negra del chavismo que se ha posado sobre esta tierra en los últimos 20 años.
Cástor González
Abogado.
Presidente del Centro Popular de Formación Ciudadana (CPFC @castorgonzalez