A nadie le ha costado tanto decidirse ser presidente de Venezuela como a Juan Guaidó. Su caso podría figurar como un récord Guinness, por el tiempo de espera deshojando la margarita y por la cantidad de gente y gobiernos que quieren verlo investido con la banda presidencial, publica ABC.
Por Ludmila Vinogradoff
@ludmilavino
«Claro que asumiré el cargo», responde el presidente de la Asamblea Nacional cuando le preguntan, «y lo haré en su momento», añade sin despejar la interrogante. Todos quieren que se proclame, incluso los del régimen de Nicolás Maduro, pero para enviarlo a prisión.
La Constitución venezolana establece que el pueblo soberano y la Fuerza Armada Nacional deben manifestar su apoyo a la Asamblea Nacional y así resolver el conflicto de la «usurpación» de Maduro. De ahí que la primera fase de la hoja de ruta propuesta por Guaidó sea, precisamente, «el cese de la usurpación».
Una vez resuelto ese punto, es decir, una vez fuera Maduro del cargo, entonces Guaidó se podría proclamar presidente de la República, aunque en los corazones de los venezolanos ya es considerado como tal. Y así lo manifestarán multitudinariamente en la marcha del 23 de enero.
Pero Maduro ha dejado claro que no se va por la gran marcha de la oposición. Además, ha amenazado con reprimirla, al igual que Diosdado Cabello, para desmoralizar a los manifestantes, que ya han sufrido las arremetidas violentas del chavismo en 2014 y 2017 con saldos en rojos que suman 200 víctimas fatales.
El joven de 35 años, nacido en Vargas, el litoral caraqueño, se enfrenta a la prueba de fuego vinculante de la gran marcha donde sabe que los manifestantes lo van a proclamar. La encuesta de Meganálisis afirma que el 81,4% de los venezolanos aspira que Guaidó se juramente como presidente para que comience a ejercer como tal. Y el 84% quiere Maduro se vaya y entregue el poder.
Al rescate del hilo constitucional
Guaidó es un político sencillo, disciplinado, pragmático y habla sin retórica como buen ingeniero industrial. Está casado con la comunicadora social Fabiana Rosales -que de niña fue monaguilla en Mérida, en los Andes-, con la que tiene una bebé de nombre Miranda.
Su abuelo era militar. De ahí su empatía y buena imagen con los militares, especialmente con la tropa, sargentos, profesionales y oficiales medios. Su mensaje todavía no ha calado a los altos oficiales y comandantes y mucho menos al generalato. Pero ya llegará. «Llamo a los militares y sus familias para que vengan con nosotros y marchen al lado del pueblo», dice al aclarar que no busca un golpe militar, sino un pronunciamiento para que ayuden a rescatar el hilo constitucional.
Guaidó ha despertado a los venezolanos después de año y medio de silencio y frustración por los intentos fallidos de sacar a Maduro del poder. Después de graduarse como ingeniero en la Universidad Católica Andrés Bello, realizó posgrados en la Universidad de Washington y el Instituto de Estudios Superiores de Administración. Y es diputado y cofundador de Voluntad Popular desde hace 10 años.