La demostración contundente e inequívoca de rechazo del pueblo venezolano al desgobierno de Maduro nos dio un nuevo Presidente este 23E, Juan Guaidó. Un pueblo volcado a las calles en todo el país a la espera de lo que su dirigencia les había prometido, definió el resultado de la gesta del 23E. La determinación de un joven a quien la historia puso allí hizo la diferencia. Fue imposible que se echaran para atrás. Demasiadas decepciones los hubieran enterrado definitivamente, y con ellos la esperanza de salir del tirano y sus acompañantes que a partir de hoy son como una fiera herida de muerte, mas peligrosa que nunca.
Pero el enemigo mas peligroso es el que duerme contigo porque ese te apuñala mientras duermes. Y aunque la conseja popular indica tener a los amigos cerca pero a los enemigos todavía mas cerca, en estas ocasiones la razón aconseja decisiones que cambian el curso de la historia de los pueblos dejando de lado a quien se deba dejar. Y ese es el tipo de decisión que le correspondió tomar a Juan Guaidó cuando ignorando el pacto con AD y UNT de no juramentarse el 23E, decidio aceptar jurar el cargo de Presidente Encargado de la República porque esa fue la decisión de los venezolanos al salir a las calles. De allí que ni Edgar Zambrano ni Stalin González convinieran en juramentarlo como correspondía protocolarmente en ese acto. Pero ni eso fue necesario. El pueblo venezolano lo aclamó como Presidente, honor mas que suficiente para cualquier venezolano que acceda a la Primera Magistratura.
Ante el acuerdo de usurpación del 15 de enero se puso de manifiesto que no era posible la existencia simultánea de la Asamblea Nacional y el régimen de Nicolás Maduro. Si usted desconoce formalmente al ocupante de Miraflores, y no nombra a su sucesor de inmediato, no puede esperar menos que lo cierren, por lo que es esencialmente estúpido hacer una cosa sin hacer la otra o, peor aún, hacerla “por etapas” o a cuentagotas, sin esperar una reacción inmediata de la dictadura. Lo que correspondía -y la razón nos la dieron los hechos- es que se juramentara un encargado de la Presidencia de la República que condujera el carro opositor hasta la expulsión definitiva del régimen.
Seguir insistiendo en no juramentar a Juan Guaidó como Presidente Constitucional Encargado ante esta nueva situación era prácticamente decirnos a los venezolanos que nos calaramos a Maduro para siempre, que es lo que sería el desarrollo de ese Acuerdo del 15 de Enero con lo cual lo mejor que podrían hacer esos partidos era retirarse de la política porque jamás tendrían de nuevo el apoyo de la población. Sin embargo y hasta la juramentación de Guaidó ese era el plan de largo plazo al que nos tenían sentenciados quienes hicieron ese pacto que culminó con la firma del Acuerdo de transferencia de las competencias del Ejecutivo a la Asamblea Nacional. Pero el pueblo de Venezuela les saboteó la jugada poniendo en Juan Guaidó las esperanzas de terminar con el régimen hoy mismo, y no nos decepcionó.
Lo que nos esperaba de no haberse juramentado Guaidó el 23E era terminar con unas elecciones dentro de un proceso de transición que duraría meses o años, negociado a lo Henry Ramos Allup, con la permanencia de las estructuras del régimen, sin cambiar el sistema electoral, lo que no cambiaría a Maduro ni al sistema que lo mantiene, sino que lo atornillaría con la ayuda de la oposición oficial que inventó ese Acuerdo.
Este giro de los acontecimientos les arruinó el plan de largo plazo. Planteado en los términos de lo que sucedió no creo que ahora sea del interés de los venezolanos que ese Acuerdo parlamentario del 15 de Enero que le quita las competencias al Presidente tenga continuación. Las competencias del Presidente (E) Juan Guaidó deberán ser las que le otorga la Constitución. Sin embargo en Venezuela no puede haber otro proceso electoral con las condiciones actuales en 30 días. Sería fatal que se le haga creer al país que haciendo elecciones con 4 millones de personas fuera y un sistema electoral corrupto, resolveremos este problema en un mes, luego de ser convocadas por Juan Guaidó.
Luego de la expulsión de Maduro del poder lo primero que deberá haber es una limpieza profunda de todas las instituciones, comenzando por el Consejo Nacional Electoral, CNE, con la creación de un nuevo Sistema y Registro Electoral tal y como lo sentenció la Sala Electoral del TSJ legítimo el 13 de junio de 2018, antes de pensar en nuevas elecciones.
El respaldo de ayer de los Estados Unidos expresado por el Vicepresidente Mike Pence (ver noticia en https://www.lapatilla.com/
Ahora tenemos dos plazos enfrentados. Los de aquellos que pensamos que esto había que detonarlo hoy con todas las consecuencias que traería la radicalización del régimen al enfrentarlo de manera directa, con la ayuda de la Comunidad Internacional, tratando de evitar que Venezuela se siga deteriorando a una velocidad cada vez mayor con perdida de vidas y bienes públicos y privados; y aquellos que creen, como el caso de Ramos Allup y Manuel Rosales que con delincuentes se puede negociar dándoles en pago medio país para que no lo destruyan.
Pero lo peor no es eso. Aunque estemos muy contentos que Juan Guaidó tomó la decisión correcta al asumir la Presidencia de la República para salir inmediatamente de Maduro y su régimen corrupto, todavía existen en operación y conviviendo con la oposición aquellos que pretendían meternos en http://www.twetlonger.com/la transición de largo plazo cuando esta ya no es posible. En las próximas horas esos enemigos ocultos intentarán convencer a Juan Guaidó y su nuevo gobierno de negociar con esos delincuentes algo que no es negociable: Venezuela. No les permitamos que eso ocurra.
Caracas, 23 de Enero de 2019
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