De pronto se despertaron algunas instituciones y movimientos mundiales temiendo por el derramamiento de sangre en Venezuela. Bastó que se generara un cambio de forma pacífica, democrática y constitucional, para que voltearan su mirada hacia un país torturado durante veinte años. La izquierda europea ya se moviliza desempolvando sus viejas pancartas anti yanquis, el Papa dice temer por un “derramamiento de sangre” y la ONU comienza a hablar violencia. Todos dicen temer por una guerra civil.
Por José Ignacio Guédez / Secretario General de La Causa R
Aprovecho que por fin centran su atención sobre el bienestar del pueblo venezolano para recordar algunas cosas, a saber: 1) La violencia en Venezuela está de un solo lado, del régimen opresor y tiránico, que ha sometido a un pueblo desarmado durante dos décadas, 2) Ese pueblo desarmado lo único que ha hecho es marchar y votar, en muchísimas oportunidades, y ahora solo ha usado la legitimidad de su Parlamento para investir a Juan Guaidó como presidente interino con el fin de llamar a elecciones y restituir la democracia, a lo que Maduro se ha negado a pesar de la súplica de algunos de ustedes, 3) El imperialismo del que ha sido víctima el pueblo venezolano es el de China, Rusia y Cuba, dejando al país hipotecado como nunca antes y sin soberanía real, 4) El derramamiento de sangre ocurre en Venezuela desde hace dos décadas, no solo en virtud del hampa desatada aliada del régimen, sino también por la represión policial más feroz, al punto que hoy un grupo de exterminio de la dictadura está asesinando y secuestrando gente en los sectores populares.
Al Papa, quien dijo no hace mucho que La Habana era la capital mundial de la paz, no le preocupó el asesinato de un concejal de oposición que fue torturado y lanzado desde un décimo piso de una carcel política, como tampoco dijo nada cuando el régimen secuestró a un diputado de la Asamblea Nacional para luego mostrar un video aplicándole torturas, tampoco parece mortificarse por los millones de desplazados venezolanos y el dolor de tantas familias separadas que ya se acostumbraron a perder a un familiar por falta de medicina o incluso por no tener sustento para comer. Al Papa, lo que le preocupa es lo que pueda pasar a futuro y mantiene su petición de que no hagamos nada sin el aval del dictador, sin importar que la tragedia se prolongue otras dos décadas más. Como tampoco le importa el sufrimiento del pueblo cubano y nicaragüense. Al final, las tiranías socialistas son buenas, mientras que las democracias son condenables cuando están en manos de liberales o conservadores. ¿No es así Francisco?
Pero iguales comportamientos han registrado los medios internacionales, quienes parecen más preocupados por las formas como se proclamó el presidente Guaidó que por el hecho de que Maduro pretende seguir en el poder sin ningún tipo de legitimidad. En Europa deben recordar que ellos fueron liberados de las garras del fascismo aleman por los “americanos” y Gran Bretaña. ¿Se imaginan que en aquel entonces se hubiera esgrimido que era mejor dejar a los nazis avanzar para evitar mayor derramamiento de sangre? La libertad de Venezuela vale tanto como la de Europa y nada puede ser peor que seguir dejando actuar con total impunidad al despota de Maduro. ¿Por qué el sufrimiento de un pueblo no importa cuando quien lo somete es de izquierdas? Guaidó es la democracia, la convivencia, la legalidad, la reconstrucción y hasta el perdón y la convivencia; mientras Maduro es la tortura, el narcotráfico, la miseria, la escasez, la inflación, la emigración, el saqueo, la corrupción y la tiranía despótica. ¿Con quién están?