¡Ni bono, ni CLAP, yo lo que quiero es que se vaya Nicolás!, por Cástor González

¡Ni bono, ni CLAP, yo lo que quiero es que se vaya Nicolás!, por Cástor González

Muy pocos podían imaginar hace apenas tres semanas la dramática dinámica política que estaba a la vuelta de la esquina y en la que estaba a punto de sumergirse Venezuela. Luego de un fuerte letargo que siguió a la desactivación de las heroicas protestas de 2017, la participación ciudadana también admirable por cierto, se limitó a marcar la ruta, la agenda y la conducta de la dirigencia política opositora. Ante cualquier duda y cualquier desvío, la ciudadanía estuvo siempre clara desde el mismo momento en que se convocó la írrita “elección” de la Asamblea Constituyente, al señalar una y otra vez que no estaba dispuesta a prestarse a más farsas electorales que condujeran a legitimar el atropello y la pretensión de consolidar el control autoritario sobre esta Tierra de Gracia, lo cual nos condujo al punto donde nos encontramos ahora mismo.

¿Y donde estamos? Pues nada más y nada menos que ante el renacer de la esperanza ciudadana convertida en convicción de que estamos a las puertas del cambio, amparada en la fuerza interna que aporta el no haberse prestado a ningunas de las farsas y no haber caído por tanto en ninguna de las emboscadas ni conchas de mango que puso en el camino el desgobierno.





Enhorabuena y ahora más que nunca, el despertar se tradujo en un cierre de filas en torno a la opción que prevé nuestra Constitución Nacional; y finalmente el ciudadano decidió creer en el poder que tiene en sus manos, que no es otro que el poder de provocar y lograr los cambios.

Cual rompecabezas aún con su celofán, hasta el 10 de Enero las piezas estaban allí pero aún estaban sueltas, y en apenas poco menos de tres semanas, han ido acoplándose para dar lugar a la anhelada imagen de una nueva Venezuela que renacerá de los escombros que han quedado luego de veinte años de la más despiadada e inclemente destrucción a las que la han sometido quienes apostaron al control político, por encima del bienestar de su pueblo. Y con ese pueblo al frente, esta vez con paciencia, disciplina y la convicción de que ya basta, el accionar del liderazgo se mueve al compás preciso de lo que se ha convertido en el himno que todos cantan: ¡Yo no quiero bono, yo no quiero CLAP, yo lo que quiero es que se vaya Nicolás!

Cástor González
Abogado
Presidente del Centro Popular de Formación Ciudadana (CPFC)
@castorgonzalez