A pesar de que persisten ciertos titubeos en algunas capitales, la comunidad internacional ha sellado ya de forma irreversible el fin de la tiranía chavista en Venezuela. La decisión del Parlamento Europeo de reconocer ayer a Juan Guaidó como presidente interino constituye un paso decisivo. Sin embargo, el evidente atasco en el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE a la hora de asumir colectivamente este gesto es una mala noticia, porque pone de manifiesto la debilidad real de la diplomacia europea en un caso en el que han pesado más los intereses a corto plazo de ciertos gobiernos que la defensa de la libertad. Ese bloqueo, sin embargo, no impedirá que en los próximos días se produzca el reconocimiento por parte de los grandes países europeos, y es de esperar que España sea el primero, por razones históricas de proximidad con Venezuela.
Después de la reunión de ministros de ayer en Bucarest, donde quedó claro que el reconocimiento de Guaidó es una decisión de competencia nacional, el Gobierno de Pedro Sánchez podría muy bien hacerlo ya, sin esperar al inútil plazo que se empeñó en establecer con poco tino. Al fin y al cabo, la divergencia ideológica con sus socios chavistas de Podemos ya se ha producido en la votación del Parlamento Europeo, y Nicolás Maduro también le ha dicho que no convocará las elecciones presidenciales que le reclama.
Se equivoca la Alta Representante, Federica Mogherini, cuando explica la supuesta utilidad del «grupo de contacto» que ha promovido como un antídoto para «evitar un desenlace violento». En realidad, los venezolanos ya viven en una situación de extrema violencia, en un país con niveles de delincuencia estratosféricos y sometidos a la tiranía de un régimen bajo el que no pueden comer ni medicarse cuando enferman. No es una circunstancia irrelevante que hayan huido de Venezuela más personas que de la guerra de Siria. Naturalmente, las elecciones presidenciales que están en el centro de ese «grupo de contacto» han de ser un objetivo prioritario y esencial, pero lo que los venezolanos necesitan con urgencia vital no son las urnas, sino comida y medicinas, es decir, ayuda urgente. La única cuestión que queda para negociar es la salida de Nicolás Maduro. En la entrevista que publicamos hoy, el presidente Guaidó, vigilado de cerca por las fuerzas chavistas, menciona las medidas que ha aprobado la Asamblea Nacional para ofrecer cierta inmunidad a los militares que faciliten esa ya inevitable transición. Falta completarlas con el aviso de que la ley será implacable con aquellos que decidan entorpecerla y prefieran seguir protegiendo a Maduro, aun sabiendo que el reloj de la historia no tiene marcha atrás.
Publicado originalmente en el diario ABC (España)