En este proceloso momento, cuando el país necesita y pide a gritos el esfuerzo unitario para salir de una vez por todas de la pesadilla veinteañera aún aposentada en Miraflores, siguen pidiéndole peras al olmo, intentado hacer botellas con soplidos y matar bestias con solo pellizcarlas.
Ayer, con la terquedad del necio, y la ignorancia del que vive en el desierto, pedían a la Asamblea Nacional, único poder legítimo en Venezuela, que apresara a Nicolás Maduro o a cualquier otra persona residente o no en el país, venezolano o extranjero, partidario del ch… abismo.
Son los mismos de ideas desesperadas y de impacientes planes, los del “vete ya” y “presidente pa´cuándo” que exigían, cuando se instaló el Cuerpo Legislativo, que acabara con las colas y proveyera de alimentos y de medicinas los anaqueles.
Hasta hace poco la criticaban acerbamente, en especial a su directiva y en particular a su presidente Juan Guaidó, pretendiendo dictarle las pautas y agendas de acción desde el confort de sus apartaderos para salir de esta tragedia
Si algo o alguien lidera las manifestaciones o expresiones de protesta del pueblo, de la Venezuela decente que sufre, siente y padece cómo la desgracia chavista arruina a diario sus más mínimas condiciones de existencia, es el mismo pueblo, la gente que mira y se esperanza en una luz que ahora está más cerca, al tiempo que percibe como se apaga la vela en la cabecera del siniestro régimen que desgobierna.
Es la gente, somos nosotros. De allí que resulte favorable y digno de encomio, que el legítimo presidente interino Juan Guaidó hable en plural, dando a entender –eso creo- que el trabajo es de hormigas, que él no hubiera podido solo, tampoco solo con el partido político al cual pertenece, sino con el concurso de todos los factores de la oposición democrática venezolana. De otra manera, la comunidad internacional no hubiera dado el ostensible respaldo que hoy vemos, para dicha y satisfacción de la dolida Venezuela.
Reitero mi respaldo a la Asamblea Nacional, a su directiva, a la bancada de la unidad opositora y al jefe de fracción. Y evidentemente, a su presidente, hoy encargado de la Presidente de la República. Mi respaldo a la otrora Mesa de la Unidad o a cualquier esfuerzo unitario, no doblega mi espíritu crítico ni autocrítico; no me disminuye ni me aliena; no me impide observar ni reprochar.
El hombre moderado es el verdadero dueño de sí mismo y el más apto para evitar que las pasiones se impongan sobre la razón. No se requiere de mucho talento o filosofía para comprender cuando un hombre es falso o hipócrita.
Venezuela, desgraciadamente, ha sabido desenmascarar a muchos de sus líderes, que infieles a sus promesas, sólo han vivido su egoísmo. Procuremos entender la democracia como la rectitud de conciencia como base del sistema, la honestidad como norma permanente, la pulcritud en las ideas y en las formas de comportamiento.
Conscientes de la democracia, de sus valores y principios, los pueblos deben saber ejercerla y defenderla y sostenerla y conocer las ventajas de ella sobre otros sistemas de gobierno.
Ya llegará la hora en que podamos hablar de heroísmo sin delito, de gloria sin sangre y de victoria sin lágrimas.
Y volviendo al epígrafe, ell mentiroso se va haciendo una cáscara de cinismo y nada le entra. Pero hay que decirle claro:
¡Usted es un mentiroso!
Jesús Peñalver