Daniel Merchán: La Gesta Humanitaria

Daniel Merchán: La Gesta Humanitaria

Para definir una crisis humanitaria, existe una “clasificación” y es la emergencia política compleja, causada por el ser humano. Tienen una característica particular por ser más prolongadas en el tiempo, eje medular político y afecta considerablemente todos los ámbitos de la vida humana.

En el contexto venezolano actual se ha empleado el término crisis humanitaria como acepción. Dado el recrudecido panorama político, de escasez de alimentos y medicinas, incremento de índice delictivo y debilidad institucional (por mencionar algunos elementos).

El colapso de Venezuela enfrenta a América del Sur a una crisis de proporciones hasta ahora desconocida. Resolver esta urgente cuestión humanitaria va a costar bastante. Nunca antes la región había enfrentado un panorama de características similares a los de Siria, Ruanda, Kosovo o Bosnia, que le permitía afrontar esas tragedias con votos o enunciados de conceptos abstractos en Naciones Unidas.





Las últimas medidas económicas y políticas del régimen de Nicolás Maduro fomentaron que la fuga de venezolanos se agravará aún más. Es probable que esa corriente, que ha sido del 10 % anual, llegue a cifras comparables a los casos internacionales más dramáticos. Lo más complicado de la avalancha de venezolanos será la absorción de refugiados adicionales que saldrá del país. Y, en este sentido, ningún país de América del Sur debería desconocer el alcance de la Declaración de Cartagena de 1984 donde se obliga a reconocer los derechos de las Naciones Unidas para los refugiados y propone nuevos enfoques para sus necesidades humanitarias y las de los desplazados con un espíritu de solidaridad y de cooperación. En el 2014 en Brasilia se acordó además una Hoja de Ruta Común para, entre otras cuestiones, promover soluciones sostenibles ante estas tragedias.

Uno de puntos que destaca en el desastre venezolano es la baja inversión en el gasto público de salud con 1,5% del Producto Interno Bruto, lejos del 6% recomendado por la Organización Mundial de la Salud. “Venezuela es el único país que retrocedió a menos de lo que gastaba en 1995, año donde era 1,8% del PIB; Las enfermedades prevenibles azotan a la población. Los datos señalan que, hasta 2018, Venezuela acumulaba 9.362 casos de difteria y sarampión, incluyendo 230 defunciones. Pese a los intentos fallidos de autoridades por frenar la diseminación de estas infecciones, ambas han afectado a todos los estados del país.

Otra epidemia que continúa activa es la de malaria, enfermedad que registró más de 400 mil casos durante 2017. Para finales de 2018 se sumaban más de 700 mil nuevos casos y 1.500 muertes de la enfermedad transmitida por el mosquito anopheles. De igual modo, la falta de tratamiento es algo que ha afectado a todos los pacientes por igual, sin importar su condición de salud o patología. La emergencia da cuenta de 140 mil personas con cáncer y más de 300 mil con condiciones cardíacas que han visto reducidas su posibilidades de vivir por la ausencia de diagnóstico, cirugía y medicamentos. Las ONG también advierten que desde 2016 unas 300 mil personas con enfermedades crónicas, como parkinson y hemofilia, han sido privadas de tratamiento.

El número de personas atendidas en instituciones psiquiátricas públicas descendió de 23 mil a apenas 3.500; mientras que se estima que 2.500 pacientes renales de un total de 15 mil han fallecido por fallas en el acceso a tratamiento de diálisis.

Los números de la crisis hospitalaria están en rojo. No solo 71% de las emergencias no pueden prestar servicio de manera regular, sino que 22% de estas están inoperativas. Adicionalmente, 53% de los quirófanos de la red pública están cerrados, a esto se suma un severo déficit de camas que asciende a 64%. Poco menos de la mitad de las camas están fuera de servicio por deterioro, fallas, falta de presupuesto y déficit de personal médico.

Por si fuera poco, la escasez de fármacos en farmacias es de 85% y en hospitales asciende a 88%. Esto ha traído como consecuencia una reducción del consumo per cápita de medicamentos entre 2014 y 2018, estimado en 93%.

De hecho, en la más reciente ENCOVI (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana) se reveló que la cantidad de hogares pobres en Venezuela subió dos puntos porcentuales y se ubicó en 48% en 2018, tomando como indicadores el estándar de vida, según las condiciones de la vivienda, el funcionamiento de los servicios básicos, el acceso a la educación, empleo y protección social.

Es por esto que la ayuda humanitaria, y más que eso la gesta humanitaria encabezada por una coalición internacional se hace necesaria, frente a un régimen autodestructivo con una crisis galopante, por lo que los primeros camiones de ayuda humanitaria de Usaid están en Colombia, mientras EE UU posiciona artículos de asistencia destinados a Venezuela, a solicitud del presidente interino, Juan Guaidó, precisamente en el centro de acopio dispuesto por las autoridades colombianas en el puente internacional Tienditas, en la ciudad fronteriza de Cúcuta, como parte de esta urgencia humana.

“Ayuda humanitaria ya”, se lee en letras negras en carteles amarillos alzados por los ciudadanos venezolanos, los insumos fueron recibidos por la estatal Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd) de Colombia, y de acuerdo con el cronograma establecido, en esta primera etapa del proceso, las ayudas serán organizadas dentro del espacio dispuesto en el centro de acopio, con el objetivo de realizar el proceso de custodia y resguardo, cumpliendo con el compromiso del gobierno colombiano en esta operación humanitaria”, se espera que llegarán más cargamentos, a los que se unirán otros que arribarán a Brasil y a una isla del caribe, la gesta humanitaria por parte de la civilidad unida comenzó su ruta, el reto es enorme, los obstáculos diversos, pero por el rescate de una sociedad entero en riesgo inminente, vale la pena el esfuerzo.

Daniel Merchán

@Daniel_Merchan en Twitter.