El cierre de frontera entre Colombia y Venezuela, que este martes ya completa cuatro días, está empezando a ocasionar estragos en la economía de Norte de Santander. Las casas de cambio, los supermercados y el transporte de personas y carga tienen sus actividades comerciales paralizadas y los números rojos por las bajas ventas comienzan a menguar sus ingresos.
Por: GUSTAVO A. CASTILLO ARENAS / El Tiempo
De acuerdo con la Asociación de Supermercados Independiente de Cúcuta (Asicuc), cerca de los puentes internacionales Simón Bolívar – entre Villa del Rosario y San Antonio- y Francisco de Paula Santander –entre Cúcuta y Ureña-, hay un promedio de 700 locales comerciales que permanecen cerrados.
El flujo de 35.000 personas, que registraba diariamente Migración Colombia por esta zona limítrofe, generaba una demanda promedio de 2.200 clientes en cada uno de estos establecimientos, quienes cruzaban el eje divisorio para comprar productos de la canasta familiar y elementos de aseo.
Si bien el poder adquisitivo de los venezolanos se ha desvanecido por cuenta de la hiperinflación, que se eleva un millón por ciento y devora el bolívar, este mercado representaba una estabilidad en ventas para estos supermercados, cuya planta de personal podría estar conformada hasta por 10 personas.
“Estamos en un momento muy difícil para nuestras cuentas y por eso esperamos que este cierre no se prolongue y que el conflicto en esta parte del país se solucione de una manera tranquila y pacífica”, clamó Jaime Ortiz, vocero de Asicuc.
Otro gremio económico que ‘sobrevive’ a los coletazos de esta medida es el de las casas de cambio. A la mala racha vivida en los últimos cuatro años de intermitencia fronteriza, que ha provocado el cierre de un total de 80 negocios de esta naturaleza, ahora se suma esta restricción, que ya representa una baja del 40 por ciento en sus transacciones diarias.
Esto significa que un establecimiento con 20 operaciones, en estos momentos, solo está realizando un promedio entre 10 y 12 cambios de divisas, que en el mes podría representar una pérdida de 4’000.000 de pesos en sus ingresos, sin ofrecer un margen de utilidad.
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“Es indudable que nuestro mercado natural sigue siendo Venezuela. Sin embargo, cuando ocurren estas situaciones el impacto es inmediato, con pocas salidas, pues no tenemos un mercado alterno (…) Aunque son malos momentos seguimos convencidos de una visión optimista, por los cambios que se empiezan a percibir del otro lado de la frontera”, explicó Juan Fernando González Campo, presidente de la junta directiva de Asociación de Profesionales del Cambio de Norte de Santander (Asocambios).
“Es indudable, que nuestro mercado natural sigue siendo Venezuela. Sin embargo, cuando ocurren estas situaciones el impacto es inmediato, con pocas salidas, pues no tenemos un mercado alterno”
Si el cierre se llegara a prolongar, este líder gremial vaticina que sus asociados se verían en la obligación de hacer más recortes que pondrían en riesgo los cerca de 1.000 empleados directos, generados por cuenta de esta actividad comercial.
La preocupación es compartida entre el sector de transporte de carga y de personas. Desde un tiempo para acá, la reapertura gradual de la frontera había permitido el paso de las tractomulas por los pasos fronterizos, en un horario comprendido entre las 7 p. m. hasta la medianoche, lo que permitía un cruce diario entre 15 y 20 vehículos con medicinas, carbón y azúcar, entre otros artículos, moviendo unas importaciones por cerca de 41 millones de dólares anuales.
“El cierre de la frontera afecta no solo a Cúcuta, sino a los habitantes del estado fronterizo del Táchira, principalmente a los que tienen que venir a Colombia a buscar productos, que allí escasean. Para nuestra ciudad, la medida puede afectar enormemente, porque son miles los compradores que llegan y ya hay una oferta acoplada a sus necesidades”, puntualizó Carlos Luna, presidente de la Cámara de Comercio de Cúcuta.