Juan Guerrero: La lucha por la libertad 

Juan Guerrero: La lucha por la libertad 

 

“Todas las cartas están sobre la mesa”. Palabras más palabras menos es lo que ha afirmado el presidente Juan Guaidó, recientemente. Es que lo ocurrido en las fronteras internacionales venezolanas el 23 de febrero, indica que la escalada de violencia del régimen de pandilleros que encabeza Maduro, va en aumento y no se espera que aminore su agresividad.





La presión político-diplomática internacional encabezada por los Estados Unidos de Norteamérica, así como la Unión Europea, nos están indicando que las acciones de diálogo, acuerdos y transacciones, cada hora que pasa se están alejando para dar paso a lo que ya parece inevitable: la intervención militar multilateral.

Los pandilleros de Maduro se están metiendo en un callejón sin aparente salida. Esa radicalización de sus acciones, que en los últimos días han dejado una siniestra suma de 4 indígenas asesinados, más de 25 heridos, 9 desaparecidos y más de 100 apresados, representa una realidad de evidente y notoria negación a entrar en diálogo alguno y sí, en asegurar por los hechos violentos la permanencia en el poder soportado por la fuerza de las armas, la represión y el asesinato a la población que simboliza la pureza ancestral de lo que somos.

Porque en la Venezuela de Maduro los registros de las agencias no gubernamentales, como Provea-Venezuela (nominada en 2018 al Nobel de la paz) indican que anualmente existen entre 23 a 25 mil muertes de venezolanos. Muchas de esas muertes han podido ser evitadas o se han ejecutado, por acción u omisión de las autoridades.

Los datos estadísticos de organismos independientes, como Fundación Bengoa, Cáritas, manifiestan su llamado internacional por la presencia de una imparable desnutrición en la población infantil que ya supera el 15,5% (10% se considera como alarma internacional, según UNESCO) y un 20% adicional de niños en riesgo de desnutrición, mientras el 87,4% de la población es pobre (realiza entre 1-2 comidas al día) perdiendo, en promedio, 15 kilos en su masa corporal.

Ciertamente en Venezuela no existe una guerra convencional de bombardeos y destrucción de infraestructura, y menos, entre civiles en dos bandos. Pero la violencia que desde hace poco más de 15 años se viene escenificando en la Venezuela del Socialismo del Siglo XXI es de otra naturaleza. Viene dándose gradualmente, de manera planificada y ejecutada por el Estado contra la población, a partir de un sistema de controles en el suministro de alimentos, medicinas, seguridad y servicios públicos que ya es imposible de ocultar.

Esta violencia de Estado devino en destrucción sistemática de todo el aparato económico venezolano, con la industria petrolera a la cabeza, así como en la expropiación de miles de industrias y empresas al sector productivo privado.

El resultado es lo que ahora se tiene como evidente, notorio, público y comunicacional que es imposible ocultar: la miseria generalizada del venezolano.

Bajo estas circunstancias y ante la absoluta indefensión de la población, las denuncias sobre evidencias ante organismos internacionales, como la Corte Penal Internacional, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Parlamento Europeo, entre otros. Se han verificado las denuncias y reclamado las responsabilidades a la jerarquía política que de facto (usurpación) detenta el poder en Venezuela.

La actual complejidad política reinante está llevando a los países de Occidente a la última opción que de hecho, resultará trágica y ciertamente dolorosa para todos: la intervención militar multilateral por razones humanitarias.

De darse y siguiendo los protocolos de las instituciones responsables de llevar a cabo esta acción, responderá a principios establecidos, tanto en convenios internacionales como en nuestra misma Constitución nacional (Artículo 187, numeral 11). Esto implica el respeto, resguardo y defensa de la población civil.

La injerencia militar multilateral que se indica está orientada a ejecutarse contra los miembros del régimen que han desatado esta “guerra del hambre” y de aquellos que se enfrenten violentamente a las fuerzas militares combinadas. Esto es, los llamados miembros de los organismos militares y paramilitares, grupos guerrilleros, terroristas y asesores (espías).

Como falsamente se ha estado especulando, de darse esta acción militar multinacional, en ningún momento se realizaría acción bélica contra la población civil. Pero ciertamente quienes estarían sujetos a ser blanco de esta acción, son los llamados pandilleros, criminales y secuaces del régimen. Por ello su empeño en no dejar pasar la ayuda humanitaria como primer paso, a una eventual participación de miembros militares de otros países.

Indudablemente que la acción militar combinada traerá cambios radicales para la vida de los venezolanos y de la región latinoamericana en general. Lo primero que ocurrirá en lo militar, será la derrota y devastación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Ya de por sí alterada, en tensión e incertidumbre, caerían en una demoledora desmoralización al ser neutralizadas por las potencias militares de Occidente. Eso es más que evidente. El solo hecho de ver a sus tropas (soldados de todos los componentes) físicamente desvalidas, es claro indicio de su inferioridad.

Políticamente el régimen dictatorial, encabezado por Maduro, sería borrado del espectro político nacional. El llamado chavizmo se desmoronaría y sus integrantes abandonarían las filas del Psuv (Partido Socialista Unido de Venezuela), y la izquierda latinoamericana se hundiría aún más de lo que ya está.

Ante semejante debacle militar y político, no quedaría –al menos en los próximos 10-15 años- posibilidad alguna de recuperación, ni para el chavizmo ni para los movimientos de izquierda en Latinoamérica, dado que Venezuela ha sido en los últimos 20 años, el faro rojo del izquierdismo. El otro riesgo que, obviamente, se ve inminente bajo esta óptica es la vieja revolución cubana.

De hecho, con el desastre humanitario y político que se evidencia en Venezuela, ya está por entrar en otro “período especial” buscando arrimarse a la economía mexicana para seguir parasitando a punta de “tortillas”.

De ninguna manera alentamos intervención militar para resolver la alarmante y dramática coyuntura venezolana. Pero los actos de Maduro y sus pandilleros no están dejando a las potencias occidentales otra mejor opción. Mientras no se tome la “mejor decisión” –que ya no parece estar en suelo venezolano- mueren por hambre y falta de medicamentos, todos los días, cientos de venezolanos que pueden salvarse. ¡El grito de ayuda es desesperante!

(*)  [email protected]   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1