Detrás de las elaboradas y coloridas máscaras que miles de bailarines utilizan para distintas danzas en el Carnaval boliviano están las manos de artesanos, que con meses de anticipación empiezan a trabajar cada detalle.
Una exposición homenajea en La Paz a uno de estos talentosos “artistas populares”.
La idea de mostrar en una exposición el trabajo del artesano paceño Alejandro Paz, que cuenta con más de cuarenta años de trayectoria, es para “revalorizar” el trabajo en yeso de los contados “mascareros” en Bolivia que aún utilizan este material.
Reinaldo Chávez, asesor cultural de la asociación de comparsas del carnaval de La Paz, contó a Efe el valor de la muestra.
A través de una treintena de máscaras de danzas típicas como la diablada, llamerada y morenada, o de personajes emblemáticos del carnaval de La Paz como el Pepino, expuestas en el Museo Costumbrista paceño, pretenden dar a conocer un poco más de este mundo del que poco se sabe, pero para el que se necesita de mucha creatividad y habilidad.
“Hay que valorar a los artistas bolivianos que le dan el espíritu a estas festividades con sus colores y su talento”, añadió Chávez.
Cada careta hecha en yeso toma más de un mes de trabajo, ya que todo el proceso es manual, desde la fabricación de los moldes hasta cada pieza que dará las facciones específicas de distintos personajes de las danzas típicas del país.
Luego de hacer cada pieza viene el ensamblado de la careta, el pulido y varias capas de pintura, para crear texturas y asegurarse que representen de la mejor manera al personaje que emula la máscara, comentó Chávez.
La clave está en tomar en cuenta hasta los mínimos detalles y también el uso de otros materiales como lentejuelas, espejos, perlas y hasta cabellos sintéticos para hacer más real cada máscara.
Una de las caretas expuestas es de la danza de la llamerada, que es utilizada por hombres y tiene las facciones de alguien silbando, haciendo alusión al pastor de llamas en el altiplano boliviano.
“Al son de su silbido va arreando las llamas con una onda, es por eso que tiene esa expresión la careta”, explicó Chávez.
Otra de las más elaboradas es la máscara de lucifer que es utilizada en la danza de la diablada, que está llena de colores, cuernos, serpientes, dos ojos saltones y grandes dientes.
Además se exhibe una decena de máscaras del Pepino, de distintos colores combinadas con telas que muestran la gran creatividad de los artesanos.
Estas caretas, que a juicio de Chávez son “una obra de arte”, se lucen en el carnaval de La Paz o en el de Oruro, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
“Es un trabajo moroso y poco valorado”, aseveró el asesor.
Chávez enfatizó que muchos no conocen el trabajo que hay detrás de cada máscara, a pesar que es una parte muy importante de la indumentaria de las danzas y que representa la sátira y la exageración, que en su conjunto las hace “grotescamente hermosas”.
En este punto, añadió que ya son pocas comparsas las que utilizan máscaras de yeso, por el peso, y que ahora prefieren las caretas que están hechas en fibra de vidrio o resina.
La técnica para hacer las máscaras de yeso ha pasado de generación en generación de artesanos, pero ahora quedan pocos, según Chávez, y la gran preocupación es quién continuará su legado. EFE