Los venezolanos juegan desde hace años una especie de ruleta rusa con su vida. ¿Culpable? El desabastecimiento del 85% en farmacias y hospitales: de cada diez medicinas que se buscan, sólo se encuentran una y media. Las redes sociales se han convertido en la principal farmacia del país, donde se rastrea lo que no se encuentra en la calle y en donde manda la solidaridad. Estas son las claves de cómo Venezuela ha llegado a semejante crisis humanitaria: Así lo reseña elmundo.es
Por Daniel Lozano
Control de cambios.
Las empresas farmacéuticas venezolanas no fabrican materia prima, ésta se importa, se procesa y se convierte en medicamentos. La dependencia de la importación es absoluta y por lo tanto también del esquema montado por el gobierno para adjudicar las divisas a los importadores. Un mecanismo contaminado por la corrupción, que según Jorge Giordani, vicepresidente económico de Hugo Chávez, provocó el desfalcó de 400.000 millones de dólares.
Estalla la crisis económica.
En 2012 el Estado comienza a acumular impagos con aerolíneas extranjeras, comerciantes, empresarios y también las empresas farmacéuticas, a las que otorga el mismo trato que a las demás. La deuda de las empresas nacionales y también de las transnacionales con sus proveedores en el exterior va creciendo con este sector tan básico hasta alcanzar la cifra de 5.700 millones. El desabastecimiento irrumpe en farmacias y hospitales.
Precios regulados.
El artículo 8 de la ley de regulación de precios incluye a las “moléculas” (principios activos) en el grupo de productos de precios congelados. Así una caja de ocho pastillas del conocido protector gástrico Omeprazol costaba dos centavos de dólar, lo mismo que los 30 comprimidos de Glucofage contra la diabetes. La imposición gubernamental sitúa a la industria contra las cuerdas y ante las pérdidas (fabricar estos medicamentos es más caro que su precio de venta) reduce al mínimo la fabricación de estos remedios.
Se dispara la escasez.
En 2014 se alcanza el 60% y en 2016 ya llega al 85%, tanto en medicinas de uso común como en tratamientos de alto costo.
Se acabó el dinero.
En septiembre de 2016 se paralizan todos los pagos al exterior. Si no se paga la materia prima, ¿cómo se pueden fabricar las medicinas?
Alarma roja entre enfermos crónicos.
En 2016 el Estado reduce la lista de las medicinas prioritarias y dejan fuera condiciones de salud crónicas más complejas: cáncer de mamas, esclerosis múltiples, condiciones psiquiátricas, artritis, hemofilia, transplantados, diálisis, VIH, paliativos… “Frenazo por completo de la llegada de productos”, recuerda Feliciano Reyna, fundador de Codevida.
Cierre de farmacéuticas.
Las deudas e impagos golpean duramente a la industria: de las 56 plantas farmacéuticas existentes, sólo sobreviven 15, tras la expropiación y cierre por contaminación de SM Pharma, creada por emigrantes españoles y considerado uno de las farmacéuticas más competentes del país.
Solución a la cubana.
El gobierno otorga la licitación de medicamentos a militares, que conforman compañías cercanas al poder que realizan compras internacionales a precios desorbitados. Los precios se multiplican en las farmacias, lo que se une a la escasez tan palpable. Del contrabando de la frontera, que incluía medicinas a precios irrisorios, se pasa a la triangulación: se vende muy barato al exterior y se recompra mucho más caro.
Consecuencias.
Los enfermos se convierten en los grandes perdedores del huracán bolivariano. Las víctimas directas del desastre son 140.000 enfermos de cáncer, más de 300.000 con dolencias cardiológicas, 300.000 enfermos crónicos, como Parkinson y hemofilia y 79.000 con VIH. Dejan de recibir tratamiento desde 2016 o lo reciben de forma intermitente, con todo lo que ello conlleva para el agravamiento de su salud. La “dieta” es tan severa que algunos se han visto obligados a recurrir a medicamentos veterinarios.