Esta película tiene que terminar, por José Luis Centeno S

Esta película tiene que terminar, por José Luis Centeno S

Esta película tiene que terminar, no puede seguir como la de Siria insinuada por los usurpadores, eso sería hablar de una guerra civil. El problema venezolano es atípico, favorecido bajo una planificación injerencista, con un blindaje, y la única manera de desarticularlo era en un escenario de alianza internacional, donde ahora están tentados a comerse la luz roja, porque con todo y respaldo mundial no han logrado suprimir la tendencia al desencanto en la sociedad venezolana.

Por la efusividad levantada por Juan Guaidó existen contextos similares a un juego de pelota, pero más complicado porque el trasero del ciudadano común es el que está ardiendo, no es problema de pérdidas en los partidos políticos, es cuestión de las afectaciones en la población generadas por fieras que se sienten acorralados y no tienen otra alternativa que defenderse, el reciente apagón es el mejor ejemplo de una huida hacia adelante con consecuencias nefastas sólo para el “soberano”.





Bajo todo argumento, estrategias de desaliento o de guerra sucia, insisten en hacer ver que uno de los dos factores, oficialismo u oposición, no es ganador, cuando en realidad perdedor es el pueblo, lo demuestran los muertos, heridos, situaciones extremas de pérdidas económicas, servicios públicos deteriorados, una letanía interminable que demanda mayor diligencia en la realización de elecciones libres.

Hablando por mí, ese escenario no se ha querido vender con mucha fuerza, el de las elecciones libres, siempre haciendo la salvedad de que todo aquel que generó esta crisis no puede o no tiene autoridad moral para convocarlas; debemos reclamar la pronta materialización del tercer cometido guaidodiano, mandándole el mensaje al mundo entero, teniendo captada su atención, de que sea el pueblo quien decida quién se queda y quién se va, más allá de iniciativas como la de la ayuda humanitaria cuya eficacia está en vilo.

Debemos reivindicar que sea el pueblo, que está comiéndose un cable, el que decida quiénes van a llevar las riendas de este país, entonces el mejor escenario será bajo un arbitraje que posibilite el llamado a elecciones libres controladas por organismos internacionales, bajo reglas normales, no hay que inventarlas, a todo evento urge la integración de todos quienes hoy le reconocen legitimidad al gobierno interino, para que en el corto plazo se haga ese llamado.

La propuesta más lógica en este momento es esa, ¿a quién hay que hacerle el llamado? Al pueblo para que apoye esa propuesta, invertir el orden de los factores guaidodianos en el ánimo de salir de los usurpadores, y nosotros, que somos los más interesados, los que estamos sufriendo un estado de calamidad cada día mayor, tenemos que impulsar esta propuesta, obligar a que los organismos internacionales coadyuven a materializarla.

Cuando venga de abajo la aprobación a esa propuesta, cuando venga del boca a boca en la calle, será al pueblo que le corresponderá definir esto como lo manda el texto constitucional, apoyado, eso sí, por los mismos organismos internacionales que han mostrado excesiva cautela ante otras opciones, elecciones libres no habrían de causar mayor recelo, implicando que los poderes constituidos no han hecho su trabajo para que eso sea posible.

Ante la disyuntiva que vivimos, inconveniente para todos, gritar que queremos elecciones libres con los mismos árbitros internacionales que confirmaron la tendencia criminal de la narcodictadura el 23F, debe calar para desarticular los intereses personales y partidistas en juego de los dos equipos que están copando la escena política del país relegando la voluntad del pueblo. Asumamos el reto sin seguir esperando salvadores foráneos.

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