Los vecinos estaban hartos. Durante días, no habían tenido electricidad ni agua corriente debido a un apagón nacional masivo. Entonces, una mañana de esta semana, apilaron troncos y basura en una barricada improvisada en su barrio de clase media de Caracas y comenzaron a gritar consignas contra el gobierno, señaló The Washington Post.
Luego vinieron las motos.
De acuerdo con entrevistas con 10 testigos, había al menos 20 de ellos, sus motores zumbaban, conducidos por hombres con bufandas en la cara. Los manifestantes se dispersaron. Pero cuando la gente en los edificios circundantes comenzó a arrojar botellas a los motociclistas, los hombres levantaron sus armas (pistolas y rifles) y abrieron fuego.
Nadie salió herido. Pero los vecinos estaban aterrorizados.
“Ahora ni siquiera podemos protestar, porque nos dispararán”, dijo Delia Arellano, de 72 años, una de las manifestantes.
El ataque del domingo fue una señal escalofriante de cómo el presidente Nicolás Maduro depende cada vez más de los grupos paramilitares mientras se aferra al poder. Esta semana, instó públicamente a los “colectivos” en motocicleta a intensificar sus esfuerzos, mientras el país se tambaleaba al borde del colapso económico y un movimiento de oposición apoyado por Estados Unidos presionó para su derrocamiento.
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