Alberto Ray: Chernóbil en Venezuela

Alberto Ray: Chernóbil en Venezuela

Venezuela vive hoy, literalmente, sus horas más oscuras. Una metáfora que se hace realidad con la falla de energía eléctrica más prolongada y de mayor impacto de la que los ciudadanos de este país tengamos memoria.

Este blackout es a la vez, la expresión más evidente de lo que han significado 20 años de revolución chavista comunista, que han servido para destruir lo que fue en su tiempo, el sistema eléctrico más confiable y robusto de América Latina, y que en la actualidad, agoniza junto a millones de venezolanos, detrás del silencio oficial que intenta ocultar lo que ya es inocultable, el colapso irreversible de un modelo inviable.

El suministro de energía eléctrica ha sido una especie de termómetro de la realidad nacional en los últimos 10 años. Desde la crisis del 2009 producto de la sequía que dejó al embalse de Guri en sus niveles de emergencia, hasta el más reciente apagón, se puede narrar una historia de ineptitud, corrupción y destrucción de un eje fundamental para el desarrollo del país. Es de dominio nacional la paralización de las industrias del hierro y aluminio por falta de energía eléctrica, la mega estafa de la empresa Derwick con la venta por miles de millones de dólares de generadores eléctricos hoy inservibles y la crisis sistémica de cortes de energía en todo el país en los últimos años, son, por mencionar algunos, elementos resaltantes en una crónica del desastre que ya tiene años de gestación.





Pero en términos políticos, lo ocurrido el pasado 7 de marzo de 2019 en Venezuela es comprable a la explosión en el reactor nuclear número 4 de la planta Vladimir Illich Lenin en Pripiat, Ucrania, la madrugada del 26 de abril de 1986.

La sucesión de eventos no controlados, la falta de experticia del personal y los graves errores de diseño convirtieron a Chernóbil en un campo de exterminio y desolación. Hoy, más de 200 mil personas han muerto por consecuencias directas del accidente y se estima que unas 93 mil padecen de cáncer por exposición a la radiación. Luego de 33 años, los analistas del fin de la era soviética confirman que el secretismo y la política de ocultamiento que siguió a la tragedia de Chernóbil contribuyeron notablemente a la caída del régimen comunista.

La magnitud del siniestro fue tal, que derrumbó la tan costosa fama de infalibilidad del militarismo comunista ruso. La obediencia por encima de la sensatez y la lealtad al partido comunista era más importante, que contar la verdad de los hechos. Tres días después de la explosión, sensores de plantas ubicadas en Suecia comenzaron a detectar la inusual actividad radiactiva en el ambiente, obligando al entonces presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov a reconocer lo ocurrido.   

Si bien, en el caso venezolano el riesgo radiactivo no está presente, sus consecuencias pueden ser equiparables; pérdida de vidas de los más vulnerables, deterioro irreversible en la calidad de vida de los ciudadanos expuestos, pérdidas económicas incalculables, no solo por los sistemas averiados, sino por la interrupción de la actividad productiva. Adicionalmente, la prolongada falla eléctrica ha propiciado la actuación de grupos irregulares dedicados a saquear comercios e industrias causando perjuicios de consideración a las cadenas de abastecimiento de la población, en algunos casos de manera irrecuperable.

Estamos pues en presencia de algo mucho más grande e importante que una falla eléctrica, se trata de la manifestación contundente de la quiebra de un Estado totalitario en sus múltiples dimensiones. Es el epílogo de un drama que termina en tragedia, aderezado con la actitud cruel y psicopática del delincuente quien niega su responsabilidad sobre los hechos y la proyecta su enemigo, en una especie de jiujitsu criminal de represión.

Ulrich Beck, filósofo alemán lo señaló en su conocida obra La Sociedad del Riesgo (1986): con la modernidad se han extinguido algunos riesgos de alcance local, pero se ha dado pasos gigantes a riesgos globales. Existe, de alguna manera, una democratización del riesgo, pudiendo afectar inesperadamente a personas y grupos que hasta entonces habían mantenido unas estables y “seguras” condiciones vitales.  

Hoy, para la humanidad y para los venezolanos los errores de los modelos totalitarios van a trascender sus propias fronteras y conseguirán víctimas globales que nunca entenderán cómo han quedado a oscuras.

@seguritips