Un desastre de película , por @lmesculpi

Un desastre de película , por @lmesculpi

El caos vivido recientemente puede sintetizarse en una frase convertida en lugar común: El caos de una tragedia anunciada. Ignoraron todas las advertencias hechas por los mejores especialistas del área. Hace poco más de un año, en la III feria de Derechos Humanos en el estado Zulia, el periodista Jesús Urbina miembro de Transparencia Venezuela en una ponencia presentada en ese evento afirmó que en la industria eléctrica ” Se gastaron desde el año 1999 hasta el 2016, 37 mil 691 millones de dólares”…”los sobreprecios están calculados en 23 mil 33 millones”. Es decir, el 61% de esa cifra mil millonaria fue a parar a las cuentas bancarias de los corruptos, en una de las operaciones más escandalosas donde se combinaron los bolichicos y directivos de PDVSA.

A la hora de analizar el colapso manifestado en el largo apagón, junto a la negligencia, la falta de mantenimiento, y la persecución del personal técnico más calificado, el desfalco de los dineros destinados a la inversión por la adquisición de chatarra con sobreprecio, son causas fundamentales del desastre en lo que otrora fuera una especie de buque insignia de la industria en América Latina, capaz de suministrarle energía no sólo a todo el país, sino también a las naciones vecinas.

Estos días tenebrosos evidenciaron nuevamente la conducta de opacidad y desprecio por la opinión pública característica de la cúpula usurpadora, transcurrían las horas, el desasosiego y la intranquilidad, mientras el silencio era escandaloso. Al día siguiente apareció el ministro de comunicaciones en una de sus acostumbradas comparecencias, esta vez no fue la iguana o el rabipelado los acusados del boicot, Mike Pompeo y Marcos Rubio, fueron señalados como los presuntos autores del “sabotaje”; apeló -como siempre – a unos tuits como presuntas pruebas de sus señalamientos. Luego su hermana la Vicepresidenta anunció suspensión de actividades laborales y educativas, para superar la “guerra eléctrica”, concepto de la misma confiabilidad de la trillada “guerra económica”, que no cuenta con la credibilidad ni siquiera de sus propios partidarios.





Al aparecer Maduro al quinto día del apagón,inició una de varias cadenas repetidas hasta el cansancio, hablando del ciber ataque incluyó a John Bolton como jefe del complot, la rocambolesca versión, permitió -nunca falta alguien queriendo, ser más papista que el papa- a una de las constituyentistas asiduas a los programas del canal ocho, argumentar que “en la película Duro de matar IV hicieron un desarrollo como lo que acaban de hacer en Venezuela a través de la red 2.0″….”A través de un camión hachearon todo el sistema eléctrico”.

A la semana circulo un vídeo del flamante ministro de la electricidad, no estaba acompañado de su Estado Mayor, hablando desde Guri. Ya todos los especialistas habían determinado las verdadera causa de la tragedia, ella había sido provocada por un incendio, que originó la caída de la transmisión. Originando así el caos que sufrimos, donde no operaban la plantas de los hospitales, sin agua, no funcionaban los puntos de ventas, ni se encontraba efectivo. El transporte público tampoco funcionaba y había grandes colas para surtir gasolina.

El denominado Sistema Nacional de Medios Públicos y las emisoras de radio comunitarias, controladas por el gobierno, durante los días del apagón trasmitían consignas y canciones de Ali Primera y los Quilapayun, repitiendo las cadenas sin proporcionar la más mínima información, demostrando un olímpico desprecio por la opinión pública. La censura y la autocensura operaron, solo unas tres emisoras de la gran Caracas hicieron ingentes esfuerzos por mantener informados a sus oyentes.

La opacidad, desinformación y la subestimación de la opinión, tratando a los venezolanos como imbéciles, caracterizan la política comunicacional de los usurpadores. La mayoría de los venezolanos está demostrando que ya no cree en sus cuentos, por eso respalda la ruta adelantada por las fuerzas democráticas cuyo principal exponente es Juan Guaidó.