Desconfiando hasta de su sombra, Chávez siguió apostando a sus camaradas de uniforme y los coloca en puestos fundamentales de la Administración Pública, política esta eguida por Nicolás Maduro. Llegó el turno entonces a viejos y nuevos actores para los hombres provenientes de la FANB. Entre el fallecimiento del Presidente Chávez y la gestión de Maduro hay varios oficiales que por el cargo que ocuparon dejaron una huella difícil de borrar. Es el caso del Temiente Jesee Chacón en el Ministerio de Electricidad. Parte de la crisis actual se origina en ese tiempo con la declaratoria de la emergencia eléctrica donde se autorizó vía créditos adicionales US$ 40.000 millones y hubo un robo descarado de los recursos públicos mediante la compra de chatarra, desvió de fondos y otras tropelías. Hoy Chacón es un flamante diplomático en Austria. El General Carlos Osorio como ministro de Alimentación fue señalado en un informe de la Asamblea Nacional de irregularidades en la importación masiva de alimentos. El entonces Coronel Manuel Barroso dirigió por años ese antro de corrupción llamado Cadivi y Cencoex. El General Justo Noguera Pietri terminó la obra de exterminio que sus colegas hicieron con las empresas básicas de Guayana, especialmente con Sidor. Todos estos casos están documentados y analizados. Pero en lo concerniente a los Generales Luis Motta Domínguez y Manuel Quevedo, en las carteras de Electricidad y Energía y Petróleo, es donde el fracaso alcanza proporciones siderales. Está a la vista. El país está en las tiemblas y la producción petrolera ha caído durante la gestión de Quevedo en casi un millón de barriles diarios. Pero la FANB es una institución fundamental para el país y no ha fracasado. Fracasaron algunos de sus hombres en funciones de gobierno. El desprestigio es transitorio y tendrá que ser recuperado.