Las imágenes de la crisis humanitaria en Venezuela superan la ficción, donde los venezolanos deben hacer colas para conseguir cualquier producto: comida, medicina, dinero en efectivo, transporte, gasolina y hasta el agua. Mendigar y tener que dar gracias hasta por lo más elemental ha despojado al venezolano de su dignidad humana.
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En la calle, la gracia del venezolano se ha perdido, la jococidad y la picardía se han transformado en quejas y lamentos. En cada esquina donde antes se reunían los amigos para celebrar y bromear, ahora se unen para desahogar sus tragedias que se han convertido en rutina.
La deshumanización se da gracias a los sistemas de dominación; por ello, el régimen responde con violencia, colectivos armados o un sistema judicial viciado ante la mínima señal de rebeldía. Así, las ambiciones y aspiraciones de los venezolanos se han reducido a conseguir lo básico. No hay tiempo para pensar en nada más.
La manipulación también es parte importante del proceso de deshumanización: con un discurso repetitivo y saturado a través de los medios de comunicación se consigue la dominar la conciencia colectiva y la sumisión en individuo.
Más de 20 años de un sistemático, constante y incesante proceso de deshumanización ha generado que los venezolanos entren en un estado de supervivencia automática donde su condición humana apenas se asoma, convirtiendo a Venezuela en un país de muertos vivientes… en una “Zombizuela”.