Bancamiga y Tatuando Sonrisas siembran esperanza en Amazonas

Bancamiga y Tatuando Sonrisas siembran esperanza en Amazonas

 

 

 





 

 

 

“Cuando uno se quema se muere”, la frase es una sentencia en Pendare, estado Amazonas, comunidad en la que vive Fabio Cardozo con su familia.

Su hijo Jeancarlo, de 15 años de edad, sufrió un terrible accidente cuando manipuló un recipiente que contenía gasolina.  “Tenía una camisa de nylon que ardió rápidamente y mi hijo tuvo lesiones en la cara y el cuello”, relató Cardozo. “Las quemaduras en la cara sanaron bien, pero las del cuello se complicaron y formaron queloide”.

La aparición de la cicatriz inquietó a todos. El fantasma de la muerte comenzó a rondar al núcleo familiar formado por Fabio, su esposa Jacquelin y sus hijos Alesandri, Jeancarlo y Arion.

Pendare es un caserío indígena cercano a Isla Ratón en el que regularmente reciben visitas de todas partes del país. Un día Fabio compartió la preocupación por la lesión de Jeancarlo con una señora que constantemente se acercaba a esta comunidad desde Caracas. Ella prometió ayudarle con su caso e hizo contacto con los médicos del Hospital Ortopédico Infantil. La familia acompañó al niño a varias citas médicas y tras las evaluaciones decidieron operarlo.

Entonces los Cardozo tuvieron que unir esfuerzos para reunir el dinero para la intervención quirúrgica. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados. El queloide volvió a aparecer y la doctora encargada del caso indicó que no se podía operar nuevamente. Aunque se sintieron decepcionados, no todo estaba perdido.

Por recomendación de la especialista, llegaron hasta la Fundación Tatuando Sonrisas que en alianza con Bancamiga apoya a pacientes que han sido víctimas de quemaduras y carecen de recursos económicos para pagar tratamientos con láser.

“Yo estoy profundamente agradecido con el Banco y con la doctora Katiuska Rivera. Juntos tomaron el caso y la cicatriz del niño ha ido mejorando progresivamente. Ahora estamos en las expertas manos de la doctora Cristina Premerl”, expresó con entusiasmo Fabio.

Poco a poco el fantasma de la muerte ha ido cediendo a la fuerza de la esperanza. La cicatriz se ha ido borrando y la tristeza se ha convertido en alegría. Pero para provocar esta transformación los Cardozo han tenido que ser muy constantes. Mensualmente, Jeancarlo tiene que venir a consulta en Caracas, lo cual es vivir una aventura cada 30 días.

“Cuando la doctora Katiuska nos aceptó como pacientes nos explicó que el tratamiento era largo y que el éxito radicaba en cumplir sin falta con todas las citas”.

Así que cada vez que Jeancarlo tiene control médico, toda la familia se prepara para el viaje desde Pendare hasta Caracas. Por lo general se trasladan sus cinco miembros. De la comunidad toman un bongo con motor fuera de borda y cruzan el río hasta Puerto Morganito. De allí se trasladan hasta Puerto Ayacucho en carro. En Puerto Ayacucho venden casabe, que han preparado previamente en su localidad, para reunir dinero en efectivo. Cuando han reunido el monto necesario toman un autobús hasta Maracay y de Maracay hasta Los Teques, donde se quedan en casa de un conocido.  

La consulta se realiza en la Clínica La Floresta, en Caracas. “Jamás imaginé la dificultad que enfrenta esta familia para acudir a las citas. Valoro que sean tan constantes. Es admirable el compromiso de sus padres. El niño ha evolucionado muy bien y habla mejor. Detrás de cada cicatriz hay una historia y esta es muy especial. Estamos felices de esta alianza con Bancamiga”, indicó la doctora Cristina Premerl.  

Cardozo reiteró que “la familia realiza una ruta muy larga para llegar a Caracas, pero vale la pena el esfuerzo. Jeancarlo está mejorando y todos estamos contentos. La doctora nos dice que la herida va bajando y el niño va creciendo”, dijo Fabio.

Entretanto, Carmelo De Grazia, vocero de los ejes estratégicos de Responsabilidad Social de Bancamiga, indicó que “en el banco nos sentimos muy complacidos por la evolución del paciente y el apoyo que desde hace tres años brindamos a la fundación. Juntos creamos sonrisas”.