Notre Dame es una obligada visita para toda persona que llega a París. Las llamas que devastaron ayer, lunes, buena parte de la catedral, redujeron a cenizas las ilusiones de muchos turistas, decepcionados pero también tristes ante la visión de la catástrofe.
Un día después de que ocurriera el drama, cuando ya se habían extinguido las últimas llamas, visitantes de todos los rincones del planeta seguían acercándose al monumento más visitado de Europa para inmortalizar el lugar con sus teléfonos móviles y cámaras fotográficas.
Alexa Villegas y Luz Trejo, estudiantes mexicanas que están de intercambio en Europa, visitaban el templo cuando comenzó la tragedia.
“Ingresamos a la catedral a las 18:20 (16:20 GMT) y a las 18:45 (16:45 GMT) cerraba. Encontramos normal que la alarma sonará para que saliéramos”, declararon a Efe.
Los visitantes desconocían la razón del desalojo hasta que, una vez en la calle, vieron el humo, agregan las turistas, que recuerdan que la salida se produjo sin escenas de pánico.
“Nos asustó tras la salida el comportamiento agresivo de la policía. Ahí pensé que era un atentado”, dijo Trejo, quien señaló que los policías empujaban a las personas que tardaban en salir.
No son las únicas que, pese al ambiente de tristeza que envuelve la ciudad, quisieron regresar al templo para comprobar de primera mano el estado en el que ha quedado la catedral.
“Ayer se nos hacía difícil sacar el teléfono y documentar el evento, no nos parecía respetuoso para los parisinos. Sólo nos quedamos mirando durante algunos minutos”, añadió la estudiante.
Notre Dame encerraba numerosos atractivos, un impresionante tesoro religioso, algunas de las más importantes reliquias de la cristiandad o, simplemente, una arquitectura gótica que sirvió de marco de momentos clave de la historia de Francia y de Europa.
Todo ello en una isla fluvial del río Sena, en un animado barrio repleto de bares y restaurantes.
Los turistas que se hospedaban en las cercanías del lugar fueron alertados por el gran movimiento de personas y la densa nube de humo que provocó el incendio.
“Ver este tipo de estructura destruirse frente a tus ojos después de tanto tiempo y tanta historia es muy impactante”, declaró el español Pedro del Rey, que se hospedaba cerca de la catedral.
Este turista paseaba por los alrededores en esta mañana silenciosa, nublada y ligeramente lluviosa. “El ambiente está un poco cortado, la gente está triste y muy apagada”, afirmó.
Una variedad de acentos se escuchaban en las aceras. Los grupos turísticos admiraban en silencio el monumento. “Es un drama que Notre Dame ya no sea la de antes ¡850 años que desaparecen!”, exclamó, con mucho pesar, la española María del Mar Sánchez.
La mexicana Mariana Lugo rememoró la solemnidad con la que parisienses y turistas observaban como las llamas consumian la cubierta del templo.
“Me dio mucho pesar ver a los parisinos cantando y rezando frente a esa imagen, el símbolo de la capital en llamas”, comentó.
De su visita a París se llevará también la admiración por el incansable trabajo de los cuerpos de bomberos y policiales, todavía presentes en el lugar, donde durante viarios días proseguirán las obras.
“Los bomberos fueron muy valientes y unidos lograron que el incendio durará sólo 5 horas. Yo me esperaba peor…”, recordó la turista mexicana. EFE