Zully tenía 12 años de edad y vivía en Turbo, el municipio costero del departamento de Antioquia, cuando terminó en manos de Juan de Dios Úsuga, alias ‘Giovanny’, el fundador del Clan del Golfo, la actual banda criminal más grande de Colombia. Su propia esposa, Elvira Sánchez, una matrona de 40 años, se la llevó para saciar su apetito sexual. Otras niñas también fueron explotadas en las selvas del Darién, en la frontera con Panamá, pero ella hizo lo que ninguna: lo delató.
Por Adriana Chica García / Infobae
‘Giovanny’ quedó en la mira de las autoridades en enero de 2011, luego de que ordenara el asesinato de Margarita Gómez, de 23 años, y Mateo Matamala, de 27. Dos estudiantes de biología de la prestigiosa Universidad de los Andes, de Bogotá, que sin saberlo decidieron acampar en una inhóspita zona de San Bernardo del Viento, un pueblito del norte del país, cerca a un embarcadero de droga en el Golfo de Morrosquillo, en el mar Caribe, que controlaba el Clan del Golfo.
Tras meses de investigación el Ejército confirmó que su campamento estaba en alguna parte de la espesa selva del Darién, la sobrevolaron por días hasta ubicar su finca. El problema entonces era cómo llegar a ella. Ahí fue donde apareció Zully, quien el 20 de diciembre de 2011 les avisó que el capo estaba buscando al cantante de vallenato Farid Ortiz para amenizar la celebración de fin de año, según contó el portal Las dos orillas. Pero el artista no accedió, así que buscaron una agrupación local.
Dos agentes encubiertos se infiltraron en una reunión con el grupo de vallenato, días antes de partir hacia el campamento, y colocaron un GPS en una guitarra de uno de los músicos. El localizador se encendió el 31 de diciembre y ubicó el objetivo en una lujosa finca llamada Casa Verde, ubicada en Acandí, en plena selva chocoana, frente al mar Caribe. La vivienda fue del extraditado narcotraficante Daniel Rendón Herrera, alias ‘Don Mario’, con quien ‘Giovanny’ se asoció años atrás, y a quien le heredó la organización que más adelante llamaría Clan del Golfo.
La geografía del lugar hacía difícil la operación por tierra, así que se llevó a cabo en helicóptero. A las seis de la mañana del 1 de enero de 2012 se inició un enfrentamiento de 30 minutos en la casa de dos plantas donde se realizaba la fiesta con 93 invitados, entre ellos 27 menores de edad que se presume fueron raptadas para someterlas a esclavitud sexual. ‘Giovanny’ recibió un tiro en el pecho y otro en una pierna. Vestía un uniforme de equipo de fútbol, tenía dos pistolas y un fusil M4, y fue reconocido por un anillo de oro de 18 quilates con la letra J marcada,
Vida criminal
Juan de Dios Úsuga es originario de Necoclí, un pueblito del urabá antioqueño que limita con el mar Caribe, y que ha sido históricamente azotado por la guerra. En una entrevista con el diario El Tiempo, su madre, Ana Celsa David, le adjudicó a ese hecho que sus hijos se hubieran descarriado. No eran revolucionarios -dice ella- pero terminaron en las filas de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL), él y su hermano Dario, conocido hoy con el alias de ‘Otoniel’, el hombre más buscado del país en este momento.
Ingresaron a los frentes Elkin González, en el oriente de Antioquia, y Luis Carlos Galán, en Urabá. Pero cuando el grupo se desmovilizó en 1991 decidieron tocar las puertas de quienes hasta entonces eran sus enemigos, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). ‘Giovanny’ fue enviado al Meta para reforzar la expansión paramilitar en el Bloque Centauros, ahí conoció a alias ‘Don Mario’, uno de los cabecillas de la organización armada en los Llanos Orientales.
Con él estuvo incluso después de la desmovilización de las AUC en 2006, que tal como pasó en su paso por la guerrilla, se distanció de los acuerdos para seguir en la delincuencia. ‘Don Mario’ creó con los excombatientes las Águilas Negras, que más tarde se llamaron Los Urabeños. Pero con su captura en 2009, ‘Giovanny’ y su hermano ‘Otoniel’ tomaron el control de la organización de 250 combatientes, con presencia en los departamentos de Antioquia, Córdoba y la Guajira.
La banda criminal se dedicaba completamente al narcotráfico, y libró sangrientas disputas por el control territorial en estas regiones contra Los Rastrojos y Los Paisas. Por eso, para 2009 los municipios de Caucasia y Tarazá, en Antioquia, registraron altos índices de homicidios, resultado de las batallas a sangre y fuego por las rutas de distribución de la droga, de acuerdo con la fundación Insight Crime.
Ellos, además, duplicaron los cultivos de droga en Córdoba entre 2008 y 2009, según cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). En 2010 ‘Giovanny’ ya era parte de la lista de narcotraficantes del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Para entonces, los gobiernos de Colombia y Estados Unidos ofrecían hasta 250.000 dólares de recompensa por información que llevara a su captura.
Pero él se escondió bastante bien en las selvas del Urabá, y no se movilizaba más allá de la zona donde su organización tenía pleno control, entre otras cosas por las disputas con otras bandas criminales. Desde ahí le bastó para hacer una gran red de contactos con colaboradores en 14 países de América Latina e incluso España, de acuerdo con Insight Crime.
Desde ahí la banda criminal expandió sus rentas ilícitas a otras actividades como la extorsión y la minería ilegal, expandiéndose cada vez más con el reclutamiento forzado y convirtiéndose en uno de los principales responsables de los asesinatos sistemáticos de líderes sociales. Y ahí ‘Giovanny’ sabía que moriría, siempre estuvo en desacuerdo con un sometimiento como el que planeó recientemente su hermano ‘Otoniel’ con el gobierno del ex presidente Juan Manuel Santos, y alegaba que prefería la muerte antes que cárcel.
Explotación sexual
En las selvas del Darién eran conocidas las fiestas que hacían Los Urabeños, especialmente porque la mayoría de sus cabecillas tenían casi una obsesión con las menores de edad. Y tenían toda una estrategia para captarlas, según una investigación que el director de Investigación Criminal e Interpol, brigadier general Jorge Luis Vargas Valencia, publicó en el diario El Tiempo.
La investigación comenzó con la declaración de una niña de 12 años proveniente de Turbo que una vez, cansada de los vejámenes en el campamento de ‘Giovanny’, escapó y fue hasta la Policía a refugiarse. Ahí conocieron la ubicación del capo y la explotación sexual a la que sometía a muchas menores campesinas y afrodescendientes. “Ella señalaba con dolor que no quería ver otras jóvenes corriendo la misma suerte, que tuvo que sufrir”, dijo Vargas en el artículo.
Esa niña fue la que señaló a Elvira Sánchez, la matrona de 40 años, con varias cirugías estéticas, como la proxeneta principal de la banda criminal, que ya se conocía como Clan del Golfo. Ella buscaba las niñas y las ofrecía a los cabecillas narcos por dinero. Entre los allanamientos que las autoridades hicieron a esta organización encontraron hojas de contabilidad donde relacionaban las cuentas de pagos por favores sexuales.
De acuerdo al general Vargas los pagos se hacían por intermediarios, y no solo era dinero en efectivo sino regalos: ropa de marca, motocicletas; así chantajeaban a las niñas o a sus padres. Era toda una red de proxenetismo, tan grande, que incluso los mismos familiares de las víctimas las “prestaban” a cambio de medicamentos, útiles escolares, alimentos o algunas cosa que necesitaran.
A veces, también eran violadas por subalternos o la red de proxenetas antes de llegar a los cabecillas del Clan d27l Golfo. Las buscaban en las escuelas, las veredas, los caseríos rurales, en general eran zonas vulnerables con grandes necesidades y sin presencia del Estado; y la mayoría eran menores de 14 años. Así se mantuvo Juan de Dios Úsuga hasta su muerte.
Después, el poder quedó en manos de su hermano ‘Otoniel’, actualmente el hombre más buscado de Colombia.