Sabemos bien, sin embargo, que en los tiempos de Zamora la consigna era también matar a los que supieran leer y escribir, porque sólo los oligarcas eran capaces de hacer lo indebido, es decir, interpretar las letras y ponerlas en blanco y negro.
Siglo y medio después de la mayor guerra fratricida venezolana, asistimos a un nuevo Decreto de Guerra a Muerte, ya no en contra de españoles o canarios, sino contra los que tienen la sacrosanta misión de informar lo que acontece en esta convulsionada patria de renovados odios e inconcebibles revanchas.
Así que periodistas y estudiantes de Comunicación Social de las universidades nacionales, públicas o privadas, lo mejor es que porten de una vez su sambenito identificador, la estrella en la solapa, que se rapen pelos y barbas, que se despidan de la familia y de los allegados. Ya seguirán yendo por UDS., que no son bienvenidos en esta patria bolivariana donde la verdad es asunto del pasado y la mentira permanente presente.
Donde se encuentren, lápiz, grabador, cámara, celular o micrófono en mano: ¡PERIODISTAS TEMBLAD! Porque os aguarda la cayapa justiciera, el coñazo merecido, el escupitajo revolucionario, la mentada de madre de rigor, la patada bolivariana.
¡Periodistas Oligarcas Temblad!
¡A cada Comunicador Social su Circulo Bolivariano!
¡Ya los pulverizaremos en nombre de la Libertad Bolivariana!
¡SEGUID TEMBLANDO!