María (nombre ficticio) quedó el pasado 2 de enero con su amiga Natalia para darle su invitación de boda. Primero estuvieron en casa de Natalia y luego esta la invitó a tomar algo en un bar de Villaobispo (León) donde vive. María empezó a marearse y a balbucear nada más ingerir su bebida. Su amiga desde los tres años la acompañó al cajero y María sacó dinero. Unas horas después estaba en la UCI del hospital leonés a punto de morir. Allí pasó tres días. Cuando se despertó los médicos le dijeron que su amiga, la que la había llevado al centro sanitario, le había echado burundanga y robado dinero (1.400 euros). También que si hubiera tardado una hora más en ingresar no lo cuenta. Así lo reseña abc.es
El envenenamiento que casi le cuesta la vida a María sirvió a la Guardia Civil de León para desenmascarar al objetivo de la operación Black: Natalia T. L., de 24 años, adicta al póker y al bingo on line, y abonada a la mentira, el robo y los venenos comprados por Internet. Llevaban tras sus pasos tres meses cuando se presentó en el cuartel para denunciar que alguien la extorsionaba por una deuda de 200.000 euros. Los agentes que la atendieron no se creyeron ni una palabra. «Nada de su explicación era coherente, estaba plagada de contradicciones», explica a ABC el capitán de Policía Judicial de la Guardia Civil de León.
Se buscaron fertilizantes
En esas fechas ya corrían rumores de que habían ingresado varias personas en el hospital leonés con síntomas de envenenamiento y además les habían robado dinero, pero los agentes no habían recibido denuncias y cuando preguntaban se estampaban contra el silencio. «Barajamos que el autor hubiera utilizado fertilizantes para envenenar a las víctimas pero estábamos a ciegas y no se podía descartar nada», explica el capitán. Hasta que les avisaron del hospital del ingreso de María el 2 de enero. Se le tomaron muestras de sangre y de orina y se enviaron a un laboratorio de Barcelona para someterlas a análisis específicos de escopolamina (en León no se hacen). El resultado confirmó lo que se temían los agentes: la habían sometido con burundanga. Los síntomas de María, agravados, coincidían con los de otros seis casos (dos de ellos graves) que se habían registrado antes (sequedad en la boca, dilatación de las pupilas, dificultad de coordinación, disminución de la consciencia y sobre todo amnesia). Todos se correspondían con una sumisión química y a todos les habían desplumado. Sin embargo, alguna denuncia que se había presentado en Policía Nacional por el robo no hablaba de los síntomas que habían sufrido.
Natalia T. L. fue detenida en casa de sus padres con los que vivía y enviada a prisión. Las investigaciones destaparon que había envenado con el llamado «aliento del diablo» (escopolamina) a siete personas de su entorno, a dos de ellas dos veces, y les había robado más de 41.000 euros. Tirando del hilo llegaron hasta el primer ataque documentado: el 15 de febrero de 2018. Ese día echó el brebaje en la bebida a un amigo de su abuelo. Se la ha bautizado como la «reina de la burundanga», una aprendiz de la colombiana que con el mismo procedimiento mató a tres hombres en 2014 tras dejarlos sin un peso.
Croquis criminal
Natalia se pasaba la vida apostando en Internet (y perdiendo); las deudas se le acumularon y optó por el camino rápido: para pagarlas y para costearse una vida ociosa y caprichosa con teléfono de última generación, coche propio, tablet y dinero en efectivo. Envenenó a su abuelo, al que tuvieron que trasladar en helicóptero al hospital; a su padre, el mismo día en que este iba a pagar una deuda de la niña de 7.000 euros; a su íntima amiga, a dos hermanas de dos novias que había tenido y al padre de otra ex. A todos les echó el brebaje en bares de su barrio, los condujo al cajero y se quedó con el dinero que sacaron o bien con la información de las tarjetas e hizo transferencias después: a unas les quitó 200 euros a otras hasta 9.000.
La Guardia Civil intervino en su casa varios frascos del supuesto veneno pero dieron resultado negativo.No obstante, a través del correo electrónico de Natalia T. L. han podido constatar que compró tres botes de escopolamina por Internet, lo que según los investigadores significa que aún le quedan «reservas»; tienen acreditado el precio, las cantidades y los envíos, así como la selección y planificación de sus actuaciones, una especie de croquis criminal con preparación de escenarios incluida. Hasta principios de abril ha estado en prisión. Ahora, en libertad provisional y aireadas sus dotes de bruja de los bebedizos , achaca sus envenenamientos, sus tejemanejes y sus robos a su adicción al juego.