No recuerdo ninguna celebración tan triste y apagada del Día de las Madres como la de este domingo. Es lógico en medio de las conocidas circunstancias que atraviesa el país. Nadie como las madres para entender y sufrir el drama nacional, el problema de sus maridos y compañeros y, por supuesto, lo que están viviendo los hijos grandes y pequeños. En nombre de ellas tenemos la obligación de profundizar la lucha, acortar los tiempos y concretar exitosamente la llamada Operación Libertad. Desde aquí enviamos nuestra total solidaridad a estas verdaderas heroínas de la historia contemporánea.
Hay dos cosas adicionales a las que debo referirme. La primera son las recientes declaraciones del Cardenal Baltazar Porras, claras y definitivas, ratificando nuestra convicción de que la Iglesia Católica, en especial la Conferencia Episcopal Venezolana, es la institución que mejor representa al pueblo venezolano. Lo interpreta adecuadamente y convoca a la lucha por la liberación. Entre otras cosas, señala Porras que el régimen está en manos del narcotráfico, del terrorismo y de la corrupción manteniendo una inseguridad jurídica inaceptable. Los temas están medio abandonados por sectores electoralistas de la oposición, ocupados más de sí mismos que de las tareas que la necesidad impone. Están descuidando hasta la enorme solidaridad internacional que pudiera enfriarse progresivamente y la creciente rebeldía y desacato que se percibe en las fuerzas armadas. Mientras tanto la represión aumenta. El uso de la violencia física e institucional se incrementa para paralizar por el miedo lo cual está provocando cierta diáspora de dirigentes de primera línea hacia el exterior o hacia embajadas que los reciben como huéspedes. No los critico. Cada quien es libre de analizar su propia realidad y sus decisiones son respetables, pero…!
El segundo aspecto también está vinculado a las declaraciones del Cardenal, pero en boca de Iván Duque, Presidente de Colombia. Toca el tema del narcotráfico, pero va directo a denunciar la presencia en Venezuela de miles de efectivos del Ejército de Liberación Nacional –ELN-, de algunos de los jefes nacionales más calificados, de disidentes de las FARC en armas y le pide al Presidente (e) de Venezuela autorización y apoyo para actuar directamente en contra de ellos en territorio venezolano.
El planteamiento es gravísimo. Todos sabemos que se trata de un hecho cierto y a la vista, especialmente en los estados fronterizos, pero el planteamiento acusa a Nicolás Maduro y a su entorno de complicidad activa con los irregulares. Esto sucede desde los tiempos de Hugo Chávez, pero ahora es peor por la lucha que se libra en Colombia para eliminar estos históricos factores de la violencia colombiana. Ojalá y Guaidó, en su doble condición de Presidente (e) de la República y Presidente de la Asamblea Nacional, no vacile en consolidar la alianza necesaria con el gobierno del país vecino.
Lunes, 13 de mayo de 2019
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