Una a una ha caído como si de un efecto dominó se tratara. Las ediciones impresas de periódicos venezolanos desaparecen en medio de la brutal crisis del país que, solamente desde el 2013, ha sacado de circulación a 66 diarios, de acuerdo con las estadísticas del Instituto de Prensa y Sociedad Venezuela (Ipys).
Por: Heilet Morales | Panorama
Digamos que la crisis económica, que devoró 50% de la economía venezolana en 5 años, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), forma parte de un cóctel que ha afectado a la gran prensa del país además de las habituales presiones del poder político traducidas en obstáculos para acceder a materias primas clave.
El caso de Panorama se trata del número 67 en Venezuela. Luego de surfear hasta ahora la crisis con la habilidad que dan 104 años de existencia, con un manejo prolijo del papel y sus recursos, esta Casa Editorial se queda sin papel. No tiene así margen para reponer sus inventarios en medio de una caída sin precedentes de su pauta publicitaria. Ni qué decir del laberinto que supone importar el principal insumo de los periódicos, el papel.
Historia repetida para casi todos los periódicos que debieron apagar sus rotativas. De los 66 diarios que ya no circulan, 28 cerraron de forma definitiva al no tener ni siquiera página web, mientras 38 siguen operando con redacciones a escala. La plataforma digital en Venezuela genera una interacción en tiempo real, permite métricas casi minuto a minuto. Pero por la crisis económica las versiones digitales están lejos de traer ingresos y anunciantes como ya le costaba al papel en tiempos de crisis.
El 2018 fue el peor año para los medios de comunicación impresos, así lo define el Ipys en su informe Periodismo migrante. De acuerdo con el Instituto, en su índice de libertades informativas, “las restricciones para la importación y compra de insumos para la producción informativa recibieron un promedio de 58 puntos, por las restricciones agudas en este sector, según la percepción de los periodistas consultados. Lo que indica un nivel elevado de estas limitaciones, que además se corresponde con los resultados del monitoreo de Ipys Venezuela que señalan a la corporación oficial que importa, vende y distribuye como uno de los victimarios principales con un total de 49 casos”.
En cuatro años, entre 2013 y 2017, desaparecieron 24 medios impresos en Venezuela. Pero solo el año pasado dejaron de circular 26 periódicos de manera definitiva. Como consecuencia, cuatro estados del país, no tienen diarios Apure, Barinas, Portuguesa y Sucre, lista a la que ahora se suma el Zulia. Y en diez estados solo circula uno.
Hasta diciembre del año pasado, quedaban 29 periódicos en Venezuela, lejos de los 90 que operaban en 20 estados. El que más tenía era Distrito Capital con 16.
Entre los últimos matutinos forzados a suspender su publicación figuran El Nacional, El Aragüeño y Ciudad Mcy (Aragua), Tribuna Popular (Caracas), y El Luchador (Bolívar). Uno de los casos más emblemáticos del 2018 fue el de El Nacional, que en diciembre suspendió su rotativa de forma temporal. Desde agosto, el diario ya había anunciado que suspendería sus ediciones impresas los lunes y sábado.
Otro caso fue el de El Impulso, de Lara, el diario más antiguo de Venezuela con 114 años de trayectoria desde su fundación en enero de 1904.
El teatro de operaciones político también tiene que ver en el tinglado contra la prensa escrita del país. Atrás quedó el “lápiz rojo” de Vitelio Reyes durante el perezjimenismo; o las visitas a las salas de redacción de Pedro Pablo Alcántara en la era de CAP, la ONG Transparencia Venezuela (capítulo nacional de Transparencia Internacional) lo interpreta hoy así: “La asfixia económica es la nueva forma de censura del país”.
Entre los resultados de la investigación que preparó Transparencia Venezuela se destaca que el desplome de los medios impresos comenzó cuando el sistema de asignación de divisas del Estado, Cadivi, dejó por fuera a los medios de comunicación. Todo, en medio de un férreo control de cambio y con una contracción que empezó a sacar los diarios de circulación.
La situación ya no es la del 2002. Entonces Venezuela era el séptimo país en América Latina mayor consumidor de papel periódico y Panorama ocupaba el puesto número 20 entre los 50 más grandes impresores de periódicos de América Latina.
El Complejo Editorial Alfredo Maneiro, esa suerte de caja de pandora que el Gobierno creó diez años después, en el 2013, nunca satisfizo plenamente la demanda. No pocas veces editores de medios impresos del país han dado cuenta de despachos fallos a los acordados o de tipos de papel que no se corresponden con los tamaños de las bobinas de rotativas. Ni qué decir de los rezagos en los despachos.
La editorial asumió un mercado de, ni más ni menos, 110 mil toneladas de papel para el 2013, monopolizando su colocación en los puertos venezolanos.
El caso de Venezuela parece ser un experimento de los apocalípticos que aseguraban que el papel naufragaría en medio del reino del universo digital. Ciertamente, la circulación de periódicos bajó en Venezuela, pero no lo hizo porque su internet (de velocidad medieval) lo provocara o porque el venezolano pueda cambiar su dispositivo móvil por cada actualización de Apple, Samsung o los novísimos chinos. Cayó porque el cóctel de una tormenta perfecta no iba a dejar de pasarle factura a los diarios.
De acuerdo con el Ipys, “el oficio informativo se ha movido a la web en medio del cambio del ecosistema comunicacional del país. Para 2018, 38% de más de 2.600 periodistas ejercían en medios digitales —la mayoría de ellos representan instancias de pequeñas escalas— mientras que hubo una contracción en la radio, la televisión y la prensa. Los periódicos fueron los más golpeados, debido a que para finales de año (2018), en este sector solo estaba activo 18% de los trabajadores de medios registrados en las bases de datos de esta organización”.
En escenarios mucho menos hostiles, los diarios brasileños, argentinos, mexicanos, colombianos y hasta centroamericanos navegan en altos paginajes, que garantizan su rentabilidad, mientras sus versiones digitales continúan avanzando sinergia con su versiones digitales.
Roberto Fuenzalida, director de la Asociación Técnica de Diarios Latinoamericanos (Atdl) cree esta es una industria que aún conserva vigencia y que sobrevivirá a la oleada de los medios digitales. “La lectura de los medios digitales es mucho más superficial y no permite realmente priorizar, releer o repensar la información”, le dijo en una entrevista a La República.
Los medios en Venezuela tuvieron que cerrar suplementos, revistas, encartados, cambiar a formatos tipo tabloide, bajar la paginación y el tiraje, progresivamente hasta desaparecer. Los quioscos se quedaron vacíos y la prensa pasó, apurada, a la era digital en el mejor de los casos.
La salida de circulación de Panorama y Mi Diario deja al Zulia, segundo estado más importante del país, pero sumido en una recesión muy particular, sin medios impresos circulando.