Pasar horas en cola para surtir gasolina parece convertirse en una rutina para los guayaneses. En el mejor de los casos pasan entre una a tres horas esperando, otros se arriesgan a la pernocta, buscando la manera de “adaptarse a la crisis”. Así lo reseña correodelcaroni.com
Una vez cerrada la estación de servicio, porque se acabó la gasolina y no llegarán más gandolas o porque simplemente llegó la hora de cierre, unos vehículos se retiran sin éxito, otros empiezan una nueva cola para ser los primeros al día siguiente.
Se van preparados, unos banquitos y mesa para sentarse en las caminerías o algún terreno libre, a conversar, a jugar dominó o a tomar, sobre todo si es fin de semana. Agua y algo de comer tampoco faltan, otros compran algo en algún lugar cerca si es necesario.
Tanto en las mañanas, como en horas de la noche pasa uno que otro vendedor de café o helados.
El riesgo de los que pernoctan es que ni hay garantía de que a primera hora del día vayan a surtir. Fue el caso, por ejemplo, de Alejandro Medina.
Estuvo toda la noche en la estación de servicio de Ventuari. La cisterna apenas llegó a las 3:00 de la tarde. Estaba de número 10, pero al llegar la gandola, no fue ese precisamente el lugar en que quedó. Pronto llegaron otros carros y se aglomeraron en la entrada de la estación y fueron los primeros en surtir, incluso bajo complacencia de los militares que, en horas de la noche y la madrugada, supervisan las colas para evitar las ventas de puestos.
Entonces, de nada ha valido el personal de inteligencia que el gobernador Justo Noguera Pietri dijo tener en cada una de las estaciones de servicios, para -afirmó- que naaadieee se colee, sin excepción.
Por lo general, según cuentan quienes han pernoctado, la Guardia Nacional monitorea la cola a las 10:00 de la noche y a las 4:00 de la mañana realizan al menos dos rondas. Si hay puestos vacíos entre un carro y otro, ordenan al conductor avanzar y no dejar espacio entre ellos para otro vehículo.
Sin embargo, no siempre se trata de venta de lugares en cola, cuando son estas jornadas nocturnas, los conductores se apoyan para guardarse el puesto mientras tardan unos minutos haciendo una diligencia.
En las conversaciones, al tocar el tema de la gasolina, la pregunta es la misma: “¿Hasta cuándo será esto?”, y la respuesta también coincide: “nadie hace nada”. Y sí, hay quienes esperan reclamos mayores, protestas, la calle encendida, pero a la vez se enfrentan a la realidad de sobrevivir al día a día. La mayoría limita los trayectos de su rutina diaria a lugares cercanos, incluso faltan días al trabajo para tratar de extender el suministro de gasolina.
Por otra parte, Noguera anuncia planes y planes para que no se coleen, para informar dónde pueden surtir los vehículos oficiales y el horario para los motorizados, pero ninguno de sus mensajes ha hecho referencia a la raíz del problema, una Pdvsa destruida, mientras Nicolás Maduro ya aplica su argumento de rutina, el saboteo.