La explicación que nos ofrece el psicólogo y filósofo del arte Rudolf Arnheim en su obra “El Poder del Centro”, nos puede ayudar a entender la dinámica de la realidad política actual venezolana, aclarando que su trabajo se enfoca en los problemas de percepción humana del espacio y las formas artísticas, sin embargo su esfuerzo tiene un sentido universalista que nos permite desarrollar una hermenéutica para interpretar el conflicto utilizando los conceptos básicos que sustentan la línea de su propuesta en la obra mencionada.
La palabra centro tiene varias acepciones dependiendo a que nos estemos refiriendo, en política el centro es entendido de la manera espacial a aquello que tiene su lugar en el medio de dos polos de opinión, tradicionalmente después de la revolución francesa se desarrolló el concepto de polos, de lados, el izquierdo y el derecho para denominar primero a Jacobinos y Girondinos, baja burguesía y alta burguesía, según el lado que ocuparan en la Asamblea Nacional francesa, luego con Marx a dos teorías políticas que se disputan el mundo y que según el marxismo son irreconciliables, el comunismo y el capitalismo. El problema de reducir la historia de la humanidad a la lucha de clases como plantea Marx es que nos deja sin centro, o más bien reconoce un solo centro hegemónico de poder, negando la existencia del otro, y con ello haciendo casi imposible el equilibrio indispensable que los moderados puedan aportar ubicándose equidistantes cuando sea necesario, por eso es que los esfuerzos de algunos venezolanos por crear un centro dialógico para dirimir el conflicto no tiene ni tendrá futuro con Maduro en el poder, la negación a la realidad tal y como constatamos en los 17 minutos de entrevista que le hizo el periodista mexicano de la cadena Univisión a Nicolás Maduro lo demuestra. No es posible ningún dialogo con un centro de poder que niega la crisis y la violación de los derechos humanos, los presos, las desapariciones y la migración de millones de personas.
Desde una perspectiva psicológica la tendencia céntrica representa a un estadio de la vida infantil en donde el egocentrismo caracteriza las formas del ver y del hacer, el niño se ve a sí mismo como el centro del mundo, centro de la realidad en donde sus acciones están determinadas por sus deseos, temores y necesidades, el problema es que al crecer nos damos cuenta que existen otros centros de poder diferentes y hasta opuestos al nuestro y nos vemos obligados a compartir el espacio vital; una casa, una ciudad, un país, un continente y en un sentido más amplio el mundo planetario y por ello tenemos que reconocer que nuestro centro es uno entre muchos. De esta manera la tendencia ego centrista aprende a compartir con la otra tendencia excéntrica equilibrando las fuerzas y el manejo de la energía que se desprende de la voluntad para alcanzar un objetivo.
La tendencia excéntrica hay que entenderla no como el polo opuesto del centrismo, sino como la relación que se genera entre el centro primario hacia su exterior, en donde otros centros son aceptados o rechazados por el centro primario, en caso de rechazo total la presión excéntrica se incrementa sobre el centro primario proporcionalmente al rechazo de su influencia, presionando en el equilibrio del sistema hasta colapsarlo, siendo eventualmente sustituido por otro centro primario en donde la interacción con la tendencia excéntrica que surja por naturaleza, acepte la influencia que se genere de la periferia hacia el centro.
El problema en esta visión del conflicto es que Maduro no quiere ni acepta las influencias excéntricas nacionales ni internacionales que no se identifiquen con su pensamiento épico político, manteniendo el poder del centro autoritariamente en nombre de una revolución que lo que trajo fue un discurso de odio y división que ha destrozado al país por los cuatro costados. Así no puede sobrevivir un país ni enfrentar la gigantesca crisis humanitaria y de todo orden que el gobierno se niega a reconocer y que hay que resolver con urgencia, para emprender la reconstrucción que ya tiene rostro de esperanza en la mayoría de los venezolanos.