Desde hace mucho tiempo no se observaban productos nacionales en los supermercados de Caracas, pero “ahora podemos ver varias marcas de harina de maíz en anaquel (…)”, junto a otros víveres que pese a estar libres de ventas condicionadas, “no se venden como pan caliente”.
Por Reymar Reyes / Crónica Uno
Ante lo que pareciera una flexibilización de los controles de precios por parte del gobierno de Nicolás Maduro, el costo de los alimentos no perecederos marcha al ritmo que impone la hiperinflación. “Tanto nadar (y destruir todo un país en el proceso), para morir en la orilla”, sentencia en las redes sociales el analista financiero Henkel García, respecto a este tema.
Mientras que el salario mínimo en Venezuela se mantiene en el orden de los 40.000 bolívares, el regreso de víveres a los supermercados parece no darle tregua al poder adquisitivo de los venezolanos, pues, hasta el 7 de junio, el kilo de harina de maíz, de arroz, de pasta, de caraotas o de lentejas se ofrecía por encima de los 10.430 bolívares en Caracas. Incluso, leche en polvo La Campiña” y el aceite de maíz Mazeite ubican su precio por encima de los 34.000 bolívares.
A pesar de que el gobierno nacional y la Superintendencia Nacional para la Defensa para los Derechos Socioeconómicos (Sundde) desplegaran un operativo de fiscalización de precios entre agosto y septiembre de 2018 —para fijar y monitorear el precio de los productos incluidos dentro del plan 50— la inflación pudo más que la intervención del Estado, pues según admite el Banco Central de Venezuela la variación del Índice Nacional de Precios al Consumidor estuvo alrededor de 30 % entre abril de 2018 y abril de 2019.
Así, luego de que el país enfrentara al menos 15 meses en hiperinflación, el precio de estos productos no solo es un reto para los consumidores, sino también para las empresas, que, según la economista Albani Granado, se debaten entre la opción de fijar precios altos para evitar su propia descapitalización y manejar el impacto de estas cifras sobre la rotación de mercancía en los comercios. Aunque la inflación mensual se ha desacelerado, el país aún enfrenta los estragos de la hiperinflación.
Sobre esto, Henkel García señala que la demanda por parte de los clientes potenciales es cada vez más baja debido a que el flujo de bolívares en circulación es menor a consecuencia del recorte de los créditos bancarios y la baja productividad en el país.
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