Las autoridades de Japón han pedido a las naves niponas o que transportan carga de este país que extremen la precaución a raíz del ataque que sufrieron el jueves en el golfo de Omán dos buques, uno de ellos de una naviera japonesa.
La alerta fue transmitida mientras el Gobierno de Tokio sigue recabando información sobre el ataque, que se registró mientras realizaba una visita oficial a Teherán el primer ministro japonés, Shinzo Abe.
Uno de los buques atacados, el Kokuka Courageus, de bandera panameña, transportaba metano y es propiedad de la naviera japonesa Kokuka Sangyo. El otro, el Fron Altair, con bandera de las Islas Marshall y propiedad de una firma noruega, transportaba nafta.
“Todavía no se sabe de quién partió el ataque. Estamos esforzándonos para recopilar información”, dijo en una rueda de prensa el ministro de Transporte de Japón, Keiichi Ishii.
“Para garantizar la operación de los barcos relacionados con Japón, a través de las asociaciones del sector he pedido que se dé la alerta a los barcos que pasan cerca de la zona para que tengan máximo cuidado”, agregó el ministro.
En un comunicado difundido este viernes por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Tokio calificó el ataque como “un incidente serio que amenaza la paz y prosperidad de Japón” y denunció que se ponga en riesgo de esta manera un navío.
La Cancillería japonesa señaló que garantizar la seguridad naval es “vital” para mantener el orden en la comunidad internacional y dijo que Japón seguirá colaborando con los países pertinentes para “garantizar la seguridad en la navegación”.
Aunque Washington asegura que Irán está detrás de este ataque, las autoridades de Japón, un aliado clave de Estados Unidos, no se han manifestado sobre este tema, mientras el Gobierno de Tokio asegura que está intercambiando información con el de EE.UU.
“Ya que estamos buscando información, evito hacer comentarios sobre lo que sabemos”, afirmó el ministro portavoz del Gobierno japonés, Yoshihide Suga, en su rueda de prensa diaria.
Yutaka Katada, presidente de la firma Kokuka, propietaria de uno de los buques atacados, calificó como “imprescindible” la ruta donde se produjo el ataque y dijo que seguirán fletando naves a esa región para garantizar las necesidades energéticas del país.
De las tres naves que tiene la compañía nipona, el buque cisterna atacado es el de menor tamaño, con 170 metros de eslora.
El Kokuka Courageous recibió dos impactos en el lado de babor, sobre la línea de flotación, pero Katada negó que pueda haber sido por minas. Agregó que algunos tripulantes dijeron que el casco fue dañado por “algo que vino volando”, lo que descarta un torpedo.
Washington responsabiliza a Irán de este ataque y sostiene que en un vídeo supuestamente se ve a una patrulla de la Guardia Revolucionaria iraní acercándose al barco de la naviera japonesa nueve horas después del ataque para remover una mina adosada al casco.
Al contrario que el petrolero de la empresa noruega, que se incendió durante el ataque, el de la naviera japonesa no sufrió mayores daños y, de hecho, parte de la tripulación ha regresado a la nave para poner en marcha los sistemas de generación eléctrica mientras es remolcado hacia los Emiratos Árabes Unidos. EFE